Todavía me parece no creer lo que anunciaban las cadenas de radio y televisión, la noticia estaba en todas partes, la voz de Raúl al leer el comunicado que informaba de la novedad parecía serena y tranquila como queriendo tranquilizar, pretendiendo quizás que el pueblo no llorara con tanta tristeza.
Pasaban las diez de la noche y ese ser que iluminó desde 1959 los hogares de tantos cubanos y cubanas, aquel que dio esperanza de vida y de amor, dejaba de respirar, su corazón ya cansado por el agotamiento de tantas noches de desvelo quedó tranquilo, sus pasos siempre firmes y seguros en su andar por la Sierra Maestra o cualquiera de los tantos salones nacionales e internacionales a los que asistía por asuntos de trabajo dejarían de sonar.
Este hombre con su mente siempre clara y serena con opiniones y puntos de vista que al más ducho de los intelectuales haría meditar, nunca claudicó, ni en los momentos más difíciles por los que su país atravesó, nos enseñó a no rendirnos jamás, a luchar por aquello que queremos y anhelamos.
Ante cualquier situación siempre fue el primero sin importar el riesgo que podría correr su vida, nunca le temió a la muerte, fue venciéndola a cada paso que daba, ni los años de clandestinidad y lucha junto al Ejército Rebelde, ni los más de cien atentados practicados contra su persona, ni ciclones, ni tormentas pudieron arrancarlo de esta Patria que fue su único anhelo.
Orador incansable, horas que parecían interminables para muchos pero de un amplio valor cognoscitivo, una sabiduría vasta en cualquier ámbito de la vida, así quería que fueran los cubanos, personas cultas, siguiendo el pensamiento del Apóstol de que “Ser cultos es el único modo de ser libres”, de ahí su batalla de ideas, con la que venció en varias ocasiones a su archiconocido enemigo el imperio yanqui.
Al conmemorase el primer aniversario de su desaparición física el pueblo de Cuba lo recuera con su entereza intelectual y moral, sigue su legado, comprometido cada día con la continuidad del momento histórico de hacer evidente en cada uno de nuestros puestos su concepto de Revolución.
Seguimos cabalgando con Fidel, cambiando todo lo que debe ser cambiado, cumpliendo con los principios y preceptos de esta sociedad socialista que bajo su guía hemos formado para que las nuevas generaciones sean hombres y mujeres de bien como nos enseñó este soldado de los ideas al que recodaremos y decimos ¡Hasta siempre Comandante!.