La Base de Supertanqueros ya tiene otro aspecto

La recuperación en la Base de Supertanqueros de Matanzas ha requerido de un considerable despliegue de técnica y fuerza especializada // Foto: Ventura de Jesús García

Matanzas.–Mediante una curiosa maniobra, el brazo de la grúa levanta por uno de sus extremos la pesada estructura de acero, derribada y doblada por el fuego como un libro, hasta acomodarla para su corte en varios fragmentos.

La mandíbula de la cizalla consigue hacer, con precisión y en breves instantes, lo que varios hombres solo conseguirían en mucho tiempo.

Así, con el auxilio de equipos pesados, ha sido posible ir demoliendo, poco a poco, para su posterior traslado, los reductos de la estructura dañada, sobre todo los últimos fragmentos de las paredes metálicas de los cuatro depósitos de combustible siniestrados.

«Ya hemos desmantelado dos tanques y trabajamos en el tercero»,  explica Evilio Matos Sánchez, jefe de la brigada artemiseña de Materias Primas, equipo integrado por siete operarios.  

«Es una tarea dura; son metales torcidos, con mucha escoria y tierra adherida», reconoce el experimentado soldador Samuel Acosta Martínez. Lo confirma Yuniel Zamora, operador de la grúa. «Yo creo que el sol en este lugar quema más que en cualquier otra parte», añade para acentuar la magnitud del esfuerzo.

A estos hombres algunos los llaman Los siete magníficos, dice Matos Sánchez, quien ponderó el tratamiento hacia ellos. «Las condiciones de alojamiento y la atención, en sentido general, son buenas», consideró.

«No es ningún privilegio, se lo merecen. Comienzan a trabajar bien temprano en la mañana y no abandonan la tarea hasta pasadas las seis de la tarde. Son gente brava», observa el Jefe de Brigada.

Esto va a ritmo acelerado

La Base de Supertanqueros cambió de aspecto. Al cabo de más de 50 días de iniciada la recuperación, este espacio de la zona industrial de la ciudad reemplazó su sombría imagen. En la posición donde estaban los cuatro tanques incendiados ya queda muy poco por desmantelar.

Para Osmany Castro Valera, especialista a cargo de las líneas tecnológicas afectadas por el amargo incidente, quien vio esto y lo ve ahora se da cuenta del avance de los trabajos.

«La imagen que proyecta este lugar ahora es otra. Esto va a un ritmo acelerado, y a la vuelta de unos meses todo será muy distinto; claro, hay que trabajar duro», detalla.

Se trata de una reconstrucción, aseguró, de muy amplio espectro y con una actuación conjunta, con muchos protagonistas. Entre otras entidades se destacan las fuerzas del Ministerio de la Construcción, Materias Primas y las empresas de Cupet, entre otras entidades.

Cada día unos 800 trabajadores se suman a las labores de recuperación de la Base. Es un equipo grande en apoyo al colectivo de la Empresa Comercializadora de Combustibles de Matanzas, insiste Castro Valera.

En las últimas jornadas sobresalen aquellos que tienen la misión de construir los soportes fundidos en hormigón, para asegurar la tubería que transporta el combustible hacia el muelle y viceversa. Esos conductos fueron calcinados por el siniestro y ahora se sustituyen en su totalidad.

Estos hombres son verdaderos campeones olímpicos, nadie calcula lo que hacen, expresa alguien para exaltar a los soldadores que conectan los tubos de 20 pulgadas.

«Aquí estamos desde el principio, no es nada fácil, sin tener dónde guarecerse del sol», comenta Alexis Pavón Verdecia, jefe de brigada. 

«En poco más de una semana hemos realizado 40 uniones por soldadura de tubos de 20 pulgadas. En total, unos 230 metros de tubería de la línea encargada del trasiego de diésel hasta el muelle número Uno». 

Precisó que con anterioridad laboraron en la recuperación de otra línea, de 130 metros, para favorecer el sistema contra incendios. «Para apagar lo que venga», subrayó.  

Con el ánimo de ilustrar el torbellino de trabajo que se vive aquí, Luis Ángel Ramírez Batista, especialista en Inversiones, explicó que en esta primera etapa de la recuperación han extraído más de 26 000 metros cúbicos de material demolido, de unas 20 edificaciones, incluidos los cubetos de los tanques incendiados, el laboratorio y el depósito de agua.

Paralelamente, la sustracción de chatarra y limaduras de acero excede las 2 500 toneladas, añadió.

Cambio de colores

Lo que más le impresiona de la transformación a Rígel Rodríguez, director de la Empresa Comercializadora de Combustibles, es el cambio de colores en un espacio que quedó ennegrecido por los efectos del crudo incinerado tras el incendio de grandes proporciones. 

Para erradicar los daños en los suelos fue efectivo el uso de la biorremediación, técnica con la cual recogen el crudo derramado, y luego es concentrado en un espacio concebido en el que se aplican las sustancias necesarias para su degradación.

Apenas hay señales de esa tierra chamuscada con petróleo quemado, que era visible en todas las áreas hasta donde llegó el combustible derramado de los depósitos siniestrados. Hay un cambio significativo, asegura.

Un punto de referencia es el trabajo realizado en el primer tanque intervenido. De esa experiencia ha tenido mucho que ver el avance posterior en la demolición y limpieza de los demás depósitos, admite el directivo.

Anotó que los trabajos tienen una secuencia constructiva, y alabó, en particular, las labores vinculadas con la construcción de soportes para facilitar la interconexión de las líneas tecnológicas, con el propósito de ofrecerle vitalidad a las áreas todavía sin servicios.

Del cúmulo de esfuerzos que se despliegan aquí, mencionó, en primer lugar, las labores en la reposición de las líneas de electricidad dañadas. Dijo que actualmente disponen de servicio eléctrico en todas las instalaciones, algo que agradecen a los trabajadores del sector.

«Fue grande la suma de trabajos realizados en tan breve tiempo para restablecer la subestación ubicada detrás del tanque 49, que alimentaba a varias minisubestaciones que les daban servicio al muelle, al edificio central de la Empresa, al área de residuales y a varios talleres».

Manifestó que en la zona se repusieron las comunicaciones, el abasto de agua, y está activada la Terminal 320, la conocida Base de Gas Licuado; y despliegan esfuerzos para crear las condiciones de descarga por los muelles operativos de la Zona Industrial.

Aunque todavía queda por restablecer no poca porción de la Base de Supertanqueros y emprender la reconstrucción, Rígel se imagina el futuro de este lugar con una imagen más moderna a la anterior y, sobre todo, una entidad sostenible y con mayor seguridad.  

Adelantó que la fecha de inicio de la construcción del primer tanque no está definida, pero dijo que pudiera comenzar antes de finalizar el año. «Ya tenemos un nivel de avance de lo que queremos, de cómo deben ser las nuevas construcciones a partir de la norma cubana y de las internacionales. Contamos con la mayoría de los recursos».

Una idea preconcebida comprende mayor separación entre los depósitos de combustible y superior dimensión y papel de los cubetos, así como de los senderos que conectan a esa zona donde están enclavados los tanques.   

Aunque las condiciones del tiempo son, a veces, demasiado severas, en el lugar se sigue trabajando desde todos los frentes relacionados con la recuperación tras el incendio que estalló aquí el pasado 5 de agosto.

Varios montículos de escombros apilados hasta hace unos días en un patio, a la entrada de la zona industrial, anunciaban, de algún modo, que el aspecto en la Base de Supertanqueros debía ser otro distinto al que dejó esa trágica fecha. Y lo es.