La flor que embellece a las cubanas

Celia Sánchez

Pudiera comenzar estos escritos hablando de Norma, Lilian, Carmen o Ali, pero sé que pocos lograrán descifrar que me referiero a una destacada patriota cubana. Mejor no complicarnos con sus nombres de guerra, dígase Celia Sánchez Manduley y sobrarán palabras y argumentos para describir la grandeza de quien perfumó con sus actitudes y valores cada paraje de la Sierra y el llano durante las gloriosas páginas de liberación nacional.

Las actuales generaciones no tuvimos el placer de apreciar su encantadora sonrisa y enérgico carácter, ese que no por fuerte dejaba entrever sus encantos femeninos y sentimientos nobles de quien ama a la Patria como a su madre.

Nació para vivir eternamente en cada cubana y en la exquisita aroma de las mariposas, sus principales aliadas en eso de engañar al enemigo y ofrecer apoyo desde la clandestidad a los barbudos rebeldes.

Manzanillo le recuerda de una manera especial, muestra de ello es el quehacer de cada federada en sus respectivas comunidades, como trabajadoras, dirigentes políticas o en otras latitudes representando la grandeza de la medicina cubana entre cerros, quebradas y praderas africanas, como antídoto efectivo frente a pandemias como el Ébola, los prejuicios raciales, sociales y las diferencias culturales.

Celia reencarnó la estirpe de Mariana, pues fue de las primeras en sumarse al proceso insurreccional de los años cincuenta del siglo XX. No engrosó las filas de los 82 expedicionarios que partieron desde Tuxpan para desafiar las olas del Mar Caribe, pero su accionar fue primordial en la preparación de las condiciones para el desembarco. Pese a los contratiempos que sobrevinieron y empañaron las glorias previstas es innegable su tacto para aunar fuerzas y aunar voluntades.

Como para no variar, Fidel no se equivocó, cuando le comentó a Manuel Echevarria “… si esa mujer es como tú dices, donde mejor está es en Manzanillo, porque allí va a ser más útil…”. Ella demostró ser una verdadera estratega militar, capaz de burlar la furia del tirano y los peligros, que no pocas veces le pisaban los talones.

Será por eso que cada una de las cubanas de hoy le llevamos dentro, como una cualidad más. En la ternura y la caricia a los hijos, en los notables aportes a la economía nacional, en la creatividad que brota de nuestras manos y en el carácter indoblegable que perdura en el tiempo para no sentenciarle al olvido.