Hacer de las palabras y su voz una suerte de cómplices que cautiven, a la primera vez que se escuche, es para el joven manzanillero Lázaro Manuel Lloret López-Chávez un reto continuo, de esos que se tornan razón de vida.
Frente al micrófono de Radio Granma ha crecido en ese impulso que despertó en la infancia cuando integraba el círculo de interés de locución en el programa Somos la niñez, de donde han germinado muchos de los realizadores protagonistas hoy de la mágica radiodifusión local que produce sonidos para ver.
En este Día del locutor cubano, a sus 26 años, el elocuente y jovial muchacho, como si se adentrara en una de esas emisiones que asume con energía y dinamismo, hace gala del poder de las palabras, esas que en algún instante asegura «son el arma de conquista».
«Yo estaba seguro de que era esta la profesión que quería, y que había seleccionado desde el 2005 cuando con solo nueve años inicié en ese mundo de imágenes y sonidos.
Ha sido vivir una historia maravillosa porque me ha permitido crecerme como humano, madurar a pesar de mi juventud, de los cortos año de vida y dedicados a la locución; pero también de entrar a un mundo que permite acercarnos a las personas y ser humilde, amar, soñar, creer que esos sueños se pueden hacer realidad».
Aunque la radio manzanillera es para Lazarito «casa, escuela, entrega», hasta la televisión llegó con el intrépido deseo de extender las fronteras de su ejercicio.
«Oportunidad – dice-, es la TV, porque me ha permitido conocer otras aristas y ser titular en un programa que anhelo, el noticiero; para mí los informativos son la vida misma, porque puedo llegar con esa inmediatez, con eso que está esperando el oyente y televidente».
Precisamente es «la audiencia razón de ser, el principal protagonista de nuestras vidas; quien nos dice qué le gustó y qué no le gustó, y eso hace que perfeccionemos nuestro trabajo; es el mayor tribunal que te puede evaluar en el día a día».
Con la mirada enfocada en permanecer en el gusto de esos a quienes dirige su obra consolida su crecimiento entre micrófonos, cámaras, libretos e improvisaciones. «Cuando dejas de gustarle rompes la magia que tienes que llevar adelante con esta profesión, por eso entre los retos tengo que superarme».
La fuerza de su garganta, que vibra en el decir para el pueblo, agradece a quienes gustan de escucharle, a la Cuba que «nos permite desarrollarnos, llegar con transparencia y veracidad a las personas; la que no está dormida, donde muchas voces nos unimos para llevar la verdad de esta isla que cada día se levanta gracias a los que tenemos la dicha de trabajar en los medios de comunicación, y que a través de la palabra podemos defender lo que durante 60 años hemos mantenido».
Y aunque la emisión termina, y llegan otras voces al éter, la de Lázaro Manuel queda latente en la historia que cimienta como locutor de esta tierra manzanillera, y en el escucha que vuelve al encuentro de su mundo de imágenes y sonidos.