Manzanillo. Abril 20.- Leonel Jorgen Labrada es uno de esos manzanilleros a los que les corre el arte por las venas, y no puede vivir un día sin cultivar lo más sublime del alma, con la espiritualidad que le brinda compartir sus enseñanzas artísticas a las nuevas generaciones.
Por eso este profesor del departamento de educación artística de la Universidad de Granma (UDG) no pudo alejarse tanto tiempo de su confidente musical, y con ella al hombro se fue a combatir de manera voluntaria a la COVID-19, en la zona roja del centro de aislamiento enclavado en el campus Blas Roca Calderío de la UDG.
Ahora ya descansa en su hogar, atrás quedaron los días de cuarentena que tuvo que enfrentar luego de cumplir con su aporte durante 14 días en este sitio.
Él comparte lo que significó cambiar durante algunos momentos la guitarra por la ropa que le protegió para cuidar a los manzanilleros altamente sospechosos de padecer la COVID-19. Así lo siente cuando dijo que, «todo buen cubano tiene que estar preparado para defender en cualquier trinchera los momentos que se nos pueden presentar.
«Allí en el centro de aislamiento hicimos de todo, fuimos pantristas, enfermeros, artistas, nos pusimos en plena disposición por esas bellas personas que merecían un gran apoyo sicológico», refirió.
Este profesor siente un orgullo inmenso por todo lo que él y un grupo de jóvenes valientes hicieron al ver a los pacientes hoy fuera de peligro, «nos sentimos agradecidos de haberles servido en cada momento que nos necesitaron».
Por eso se impusieron todos al temor que causaba estar de frente al nuevo coronavirus Sars-Cov-2, para realizar lo que se les pedía sin reclamar nada a cambio, sólo la oportunidad de mostrar la grandeza de la solidaridad del cubano. «El miedo siempre existe pero la voluntad está por encima de él, porque esto se llama de frente y luchando».
Allí vivieron algunos momentos lindos y otros difíciles que hoy pueden compartir, «entre los más bellos se encuentran los minutos que tuve cada vez que iba a entregar la comida a los pacientes, siempre les decía: Adelante que de esta salimos; mientras que los más tensos fueron cuando tenía que lavar las bandejas, o cuando me quitaba los medios de protección, porque ahí es donde estaba el enemigo invisible».
Después de tener esta experiencia Leonel dignifica la oportunidad de escoger una vez más voluntad de volver a esta, o cualquier zona roja a la que le llamen. «Sí, volvería siempre como buen cubano, porque si yo estuviera del lado de allá otros hubieran hecho lo mismo por mí, así que todo habitante de esta isla que se sienta humano y solidario, tiene que estar en plena disposición de hacer esto y mucho más».
Esos días en la zona roja le marcaron con una enseñanza que no podrá olvidar. «En lo personal he aprendido bastante, me dejaron la oportunidad de compartir una vez más con el personal de la salud, me dejaron el brillo de saber que siempre estuve y estaré en plena disposición para hacer las cosas por mis hermanos cubanos en cualquier parte», concluyó este pedagogo.
Su guitarra le acompañó a esa misión y siempre ambos encontraron la oportunidad de relajar los instantes tensos a ritmo de la música que de ella salía. Así por ejemplo los vi juntos celebrar los nuevos aniversarios de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) y de la Organización de Pioneros José Martí (OPJM), y algunos pacientes aislados confirmaron pasar buenos momentos, porque Leonel y su equipo de voluntarios les alegraban las noches y les alejaban aquellos minutos en que el aburrimiento intentaba apoderarse de sus vidas.
