Lisandra Piñeiro Leyva: voluntaria de corazón (+Fotos)

Con la sonrisa escondida tras mascarillas y un brillo único en la mirada, gestado en complicidad de sus sueños con los de una Cuba atrincherada por la vida, Lisandra asiente a entregar otro instante ante el anhelo periodístico de contar la entereza de cientos de voluntarios que como ella hacen historia en zona roja.

«Jóvenes de nuestro tiempo no sólo significa ser alegres y entusiastas, significa apoyarse mutuamente por un bien común; hacer algo cada día que marque la diferencia», escribe por medio de una de las redes sociales con las que transgredimos los límites del virus.

Y sí que muchachos y muchachas como Lisandra Isbel Piñeiro Leyva distinguen su época, aferrados al ímpetu de «enfrentar los problemas desde la primera línea de combate, sin titubear».

«Soy joven, soy profesora, me siento responsable para asumir de lleno tareas como estas; la Revolución en este momento histórico nos hizo el llamado, y damos el paso como lo hicieran en otras épocas nuestros héroes y mártires.

«Siempre se mira adelante y se da el Sí, que tanto reafirmamos los jóvenes; y el compromiso uno lo lleva en el corazón, por convicción».

Con similar locuacidad con la que esta profesora de Lengua Inglesa imparte sus clases, y el desprendimiento con el que hace suyo el micrófono de la radio local como locutora, cuenta de la batalla que en el edificio uno de la residencia estudiantil del campus Blas Roca Calderío de la Universidad de Granma, centro de aislamiento para contactos de positivos, protagonizan por la salud.

Lisandra, al centro, junto al equipo de servicio que en el campus Blas Roca Calderío de la Universidad de Granma hoy enfrenta la pandemia // Foto Cortesía de la entrevistada

«Somos un equipo de 11 compañeros: tres médicos, tres enfermeras, un fumigador, dos profesores, un gestor y un estudiante; los cuatro últimos somos voluntarios a los cuales nos mueve el amor, voluntarios de corazón.

«Por ello nos basta con que los pacientes se sienten regocijados en este lugar, al contar con personas que hacen de la suya una estancia agradable, pese a las circunstancias; y lo expresen no sólo con las palabras que intercambiamos a cada momento del día en que estamos cerca, o sea a dos metros de distancia, cuando les llevamos los alimentos y recogemos sus desechos.

«Nos bastan sus sonrisas escondidas, su saludo mañanero, mirar la expresión de sus ojos agradecidos».

Quienes conocemos su ánimo creador, esa energía que desborda a cada momento, la sabemos impregnando su brío a cada faena.

«Sí, como un reguilete, mi compañero de labor Lixandro, elogia mi energía; pero no es lo rápido, es hacerlo bien lo que vale; y además, permanecer sin escatimar horas, como hacemos todos aquí dentro».

Junto a Lixandro del Toro Navea, estudiante al pie del combate en zona roja // Foto Cortesía de la entrevistada

Entre días tranquilos y agitados permanece allí desde el 28 de marzo, y aunque le impacta «el riesgo de contraer la enfermedad, por una parte siento algo de temor, pero el miedo te hace fuerte y permanecer alerta; y por otra parte, siento un orgullo interno tremendo, pues sé que estoy siendo útil a mi país.

«Aplicamos el principio de la responsabilidad individual, interiorizamos que estamos en presencia de una pandemia que no tiene rostro, y que sus síntomas pueden no presentarse y estar; por ello no podemos descuidarnos ni un segundo, un fallo nuestro con las normas de seguridad y caemos, toda precaución es poca».

Aunque extraña «ufff bastante, principalmente a mi mamá, mi cama, mi perro y mi Radio Granma querida», las 12 horas de trabajo le quedan cortas a su ánimo de aportar, y de las palabras de su madre toma cada día «fuerzas para seguir en esta misión, porque sé que aunque ella teme por lo que pueda sucederme, se siente orgullosa.

«Lo que soy es herencia de mi mamá, que también es una profesional comprometida con los principios de la Revolución; siempre me enseñó a ser competente, responsable ante cualquier tarea, por muy difícil que parezca, y ha sido mi ancla, mi faro y mi guía siempre».

A sus 30 años, y más de tres como docente en la misma institución donde se formó y hoy gana el mérito de joven por la vida, Lisandra revalida su vocación, pues como escribió Martí para ser maestro de otros es necesario saber servir.

Y ella lo manifiesta, más que en sus palabras, en este gesto de humanidad, porque «servir siempre será un sentimiento inherente a mí; servir a Cuba y a mi pueblo, eso ante todo. Cuba es nuestra Nubia, y nosotros somos como Abdala, dispuestos a servirla siempre».

Foto Cortesía de la entrevistada

Un comentario en “Lisandra Piñeiro Leyva: voluntaria de corazón (+Fotos)

  1. Esos son los jóvenes que enorgullecen el actuar de una #Revolución y un #Gobierno que lo dan todo por su pueblo.

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