El almanaque indicaba que se vivía el miércoles 26 de febrero, el reloj no sobrepasaba las nueve de la mañana y el ambiente, inusual para muchos, alteraba el silencio que tradicionalmente caracteriza a un área de espera para recibir atención médica especializada.
El pasillo prácticamente lleno de pacientes de edades diversas, sin embargo sobresalía un grupo de números niños y niñas ordenadamente formados ¿qué hacían allí en horario de docencia?
La curiosidad mató al gato pero no al periodista, tenía una vaga idea de lo que ocurría pero me interesé por conocer sobre aquellos parlanchines que mostraban caritas, como esperando para enfrentar por primera vez una experiencia que podía ser inolvidable.
Estábamos en la sala de espera de la consulta de estomatología ubicada en el segundo piso en la policlínica III René Vallejo Ortiz, una de las cinco instituciones de este tipo que funcionan para la atención primaria en Manzanillo.
El contexto incitó a tomar estas imágenes correspondientes a niños y niñas del primer grado del seminternado Adalberto Pesant González (Anexa) que en esta fecha correspondía revisión estomatológica gratuita y de primer nivel.
Aquí los pequeños pacientes reciben una charla educativa y ya dentro eran revisados sus dientes pormenorizadamente y quienes lo requerían al momento recibían los procedimientos oportunos, siempre con la presencia de sus maestros y asistentes pedagógicos.
Todo ello ocurre con la total tranquilidad de los padres o abuelos de los estudiantes, quienes permanecen en este centro escolar con régimen seminterno donde no solo estudian sino que reciben otras atenciones.
Estas atenciones son parte del programa de atención estomatológica al menor de 19 años entre el Ministerio de Educación y el Ministerio de Salud Pública para garantizar elevado nivel de vida en la población estudiantil.
Así ocurre con ellos cada año, los pequeños seguramente, entre la impresión natural que siempre se percibe al estomatólogo, no entendieron mucho lo que ocurría y quizás ni atinaron a dar las gracias.
Allí estaba mi sobrina, pero podía estar su hijo o nieta, un vecino, a ninguno de ellos se les preguntó si tenía seguro médico o cuánto dinero tenían sus padres.
Y es que así ocurre en Cuba un país socialista que no escatima esfuerzos y recursos para ofrecer a sus habitantes el lujo de la tranquilidad, a pesar del bloqueo que nos impone Estados Unidos.
Ese gigante del norte, que no oculta su desprecio hacia los cubanos, a quienes dice “ayudar”, pero no permite que llegue combustible, medicamentos, alimentos y otros necesarios productos a la mayor isla del Caribe.
Magnífico artículo, muy fresco, limpio, esperanzador… hasta que llegó su politizacion en los dos últimos párrafos. Periodista, eso es algo que todos sabemos… que el imperialismo es malo, que el bloqueo es criminal… pero los cubanos vivimos a pesar de todo… y somos felices a nuestra manera. No metas las ideas politizadoras en eso y verás que vamois a estar mucho mas contentos… y tu vas a ser mucho, pero mucho mejor periodista.