Narrativa en barro, sin miedo a la creación

Wilfredo Milanés, en un horizonte artístico sin miedo a la creación // Foto Denia Fleitas Rosales
Wilfredo Milanés, en un horizonte artístico sin miedo a la creación // Foto Denia Fleitas Rosales

En sus manos la forma humana transgrede dimensiones; moldeada en barro, con tonalidades ocres, absorbe la complicidad del artista con la esencia natural de los cuerpos, y los misterios se revelan a través de volúmenes.

Es Wilfredo Milanés Santisteban ese creador donde el arte hizo nido para alzarce luego en elevado vuelo que narra la belleza de la vida, trastocada en el sentir del autor y su visión del entorno.

«Cada vez que empiezo alguna obra, siento el deseo de hacerlo, y es con el mismo placer; porque crear para mí es ante todo disfrutar», deja escapar mientras de forma minuciosa busca los detalles de la pieza en molde, con precisión para que un desliz no quiebre la faena de largas horas.

Aquel encuentro con bocetos en el quinto grado en 1973 y una Casa de Cultura efervescente sirvieron de partida para un viaje sin regreso, un camino largo que aún con los recién cumplidos 60 años permiten al escultor manzanillero tornar en obra perpetua el amasijo de carne, músculos y huesos.

Un cuerpo de mujer, un busto heroico, en fin, la figura humana, centra su creación, aún cuando sea abstracto, porque «el hombre, como ser viviente, es quien convive contigo, te lástima o da alegría, el centro de la vida misma».

La figura humana con elementos de color que simulan materiales como la madera, el acero, el bronce, y en sus formas naturales caracterizan la escultura expresionista del creador // Foto Denia Fleitas Rosales

La escuela elemental del territorio, con profesores como Manuel Olivera Álvarez, Arsenio Martínez y aquel año de escultura impartido por Carlos Guambrú, de Camagüey, sentaron la base: «digo que él lo debe haber hecho muy bien porque me prendé de ella».

Luego, el nivel medio en la escuela José Joaquín Quejada de Santiago de Cuba, donde la savia y elocuencia de maestros como Warioné Ferrer, Mariano Frómeta, y Alberto Lescay, tutor del trabajo de tesis, esculpieron al fuego de la creación al artista manzanillero.

No «por suerte», como afirma con su modestia Milanés Santisteban, fue uno de los tres aprobados entre nueve aspirantes de todo el país a ingresar en el Instituto Superior de Arte, «cinco años que me abrieron el universo en los 80, con todas las vanguardias del conceptualismo y el Volúmen 1, que me abrieron el horizonte de perder el miedo a la creación».

Con 60 años recién cumplidos el escultor manzanillero prosigue su impulso creador // Foto Denia Fleitas Rosales

Aquel paseo por las vertientes de maestros como José Villa, que rubrica al Caballero de París de la Habana Vieja; Quintanilla, Armando Fernández, Luis Lara, tallaron a quien hoy no deja de soñar en terracota.

Con disímiles técnicas y materiales: barro, papel maché, metales, pulpa de papel, para piezas de salón; y el cemento, yeso, bronce, en obras monumentales, Wilfredo se afianza en la historia creativa y artística de esta porción granmense.

Llevan su rúbrica obras que admiramos con sentido de identidad cultural e histórica como el Carlos Puebla sedestre del parque central de la ciudad del Golfo de Guacanayabo, el Hatuey del parque de Yara, el José Martí de la plaza central de Jiguaní, la escultura en bronce de Cinco Palmas, entre muchos otros; y la llevarán también los dos proyectos en los que hoy trabaja sin descanso: las esculturas ecuestre de Perucho Figueredo y la pedestre de Carlos Manuel de Céspedes, destinadas a enaltecer la gallardía de estos patriotas en Bayamo y Manzanillo, respectivamente.

La figura ecuestre de Perucho Figueredo es uno de los proyectos actuales de Wilfredo Milanés// Foto Denia Fleitas Rosales

Verles concluidas será, como siempre, «muy íntimo, una parte del yo interior y sentimiento que perdurará en el recuerdo, al ser capaz de volcarlo al material; la suerte de materializar una idea de forma tridimensional que satisface de forma espiritual».

«Porque a mi consideración, el arte, ese espíritu creador que llevamos dentro, es lo que nos separa y define dentro del mundo animal; sólo nosotros los hombres somos capaces de crear y mientras mejor lo haga, considero, más me alejo de lo intuitivo y salvaje».

Desde su segunda casa, el Taller de creación donde da forma escultural con marcado poder estético, artístico, a su instinto, fundamenta lauros como el del Salón territorial de plástica en Santiago de Cuba, otros provinciales y mayormente municipales, y reconocimientos como el Premio Provincial de Plástica por la obra de la vida, el Pergamino de la Ciudad de Manzanillo, el Premio Bayamo de la Unión Nacional de Escritores y Artistas en Granma.

Una escultura, por pequeña que sea, lleva tiempo y dedicación// Foto Denia Fleitas Rosales

Sin detenerse, con el aporte a los más jóvenes, y la habilidad mejorada con la experiencia, «trato de ser y hacer lo mejor que pueda; y de estar lo más satisfecho con lo que hago, pues mientras más se da de uno mismo así recibe y percibe el espectador».

«Mi placer se torna en las emociones del que aprecia la obra, que es a la vez mi expresión de respeto al público y al arte».