Desde que Sandra entró al patio de Rosita y Josué por primera vez cuando tenía ocho años de edad, quedó maravillada al ver ante sus ojos un pedazo de naturaleza desarrollándose en armonía donde la variedad de plantas, el aprovechamiento del espacio y el esmero por proteger el mundo en que vivimos es evidente.
“Ella se llevó el patio para la casa”, nos cuenta Aynelis del Toro Vázquez, madre de Sandra Meléndez del Toro, una niña que desde el tercer grado se incorporó a uno de los círculos de interés que funcionan en el Patio La Rosita, de la familia formada por Rosa León Reyes y Josué Guilarte González.
Es que es un lugar “maravilloso, me ha encantado mucho sembrar y en la casa poder sembrar. Me encanta sembrar la tierra”, insiste Sandra, a lo que su mamá agrega que “ha sido una experiencia extraordinaria, yo tengo ahora plantas hasta de frijoles y he podido hacer congrí con la cosecha”.
Lo cierto es que en los 400 metros cuadrados que ocupa el patio se puede encontrar desde una matica de cilantro hasta un pavorreal, pasando por el desarrollo de ocho biopreparados y más de 30 subprogramas de la agricultura urbana, que los ha hecho merecedores de la Quinta Corona a la excelencia y ser un referente en el tema.
Con el alma de educadora por profesión, el llevar estos saberes a las nuevas generaciones se ha convertido en un objetivo para Rosita.
“Como vimos la importancia que existe acerca de la alimentación, no solamente para la familia, sino también para la comunidad, formamos círculos de interés con los niños para despertar el amor por la naturaleza, por la vida, para enseñarles que ellos mismos podían obtener sus alimentos”, explica.
En el inicio del curso retomó esta actividad que los padres agradecen pues además de los beneficios para la alimentación de la familia “el amor que le brinda Rosita a los niños es excepcional”, dice la mamá de Sandra, “aquí se les inculca a los niños el amor a la tierra, a cuidar las plantas, les enseña el valor de la unidad, y a cuidarse entre ellos”.
No es sólo el funcionamiento de los cinco círculos de interés de las escuelas primarias José Maceo, 4 de abril y Adalberto Pesand, y las secundarias Martínez Tamayo y 4 de abril, también estudiantes de la Escuela Militar Camilo Cienfuegos, reciben el aporte del Patio, y alumnos de la universidad llegan hasta allí en busca de conocimientos.
“Aquí vienen familias enteras a aprender de la labor que hacemos, que no sólo es sembrar y criar, es también darle amor para poder tener buenos resultados, saber usar el Germivit; ya los productores independientes de arroz, frijol, y hortalizas, están encargando este producto”, agrega Rosa León.
No es por nada que este año hayan sido merecedores del Premio del Barrio que otorgan los Comités de Defensa de la Revolución, sin dudas ese irradiar a la comunidad resalta el aporte a la soberanía alimentaria y al cuidado del medio ambiente.
Ejemplo de este quehacer es la colaboración con el proyecto Vivero Verde y Natural liderado por el joven Sebastián Hernández Ladrón de Guevara que a partir de este curso se suma a la enseñanza de los niños en el cuidado de las plantas.
“El círculo ahora tiene el tema de plantas medicinales, y Rosita tiene aquí un jardín inmenso, -comenta Seba- los niños van a venir hasta aquí para que vean cómo aprovechar el espacio, aprendan a hacer un huerto, a hacer su abono para las plantas, sustrato y conocer los productos agroecológicos que hace Rosita”.
“Con Rosita y Josué y la experiencia que ellos tienen, seguro voy a adquirir nuevos conocimientos. Ahora mismo estamos reproduciendo el melocactus que es originario de Cuba y se está extinguiendo”.
El patio la Rosita ya no es solo un espacio de la agricultura urbana y suburbana con logros en la economía, sino que van mucho más allá, hasta la formación de valores en las nuevas generaciones para que jóvenes como Seba, o niños como Sandra aprendan lo imprescindible de amar la naturaleza.