Por el trinar en libertad de nuestras aves

Zunzún libre // Foto Marlene Herrera
Zunzún libre // Foto Marlene Herrera

Despertar escuchando el sonido y dulce trinar de las aves, es un regalo de la naturaleza. Siempre beneficioso encuentro con lo bello y sencillo a la vez, simplificado en la gracia de un cuerpo liviano, capaz de moverse al compás del viento, de superar alturas, de cautivar con los colores de su plumaje, la habilidad de sus alas y el timbre distintivo de su canto.

Pero verles allí, sometidos al límite de una jaula, al imposible anhelo de recorrer kilómetros y parajes inimaginados, ensombrece la alegría que provocan con su trinar.

No pocos son los ejemplares que a diario se encuentran colgados en disímiles lugares, como trofeos. Avecillas queriendo desplegar sus alas y reducidos a los exiguos centímetros de una jaula que les priva de su libertad.

Sin vacilaciones, hay quien refiere cuidarles y protegerles, y cierto es si referimos los cuidados con la alimentación. Pero acaso, entre rejas, no le privamos de una necesidad básica que para todo ser viviente es privilegio y derecho: la libertad, y de otros tan elementales como vivir en su hábitat natural.

Sinsonte cubano en cautiverio
Sinsonte cubano en cautiverio // Foto Denia Fleitas

Basta verles revolotear inquietos, y oírles invocar sus cantos, cada vez más descoloridos y apegados al reclamo, por el cautiverio.

Cuidar las aves, es una tarea de todas las manos y conciencias, pues es consabido su aporte indispensable a los ecosistemas y la biodiversidad; en tanto contribuyen a la diseminación de las semillas, a la polinización de las plantas, el control de plagas y de la contaminación, al alimentarse de los desechos orgánicos.

Esta, junto a otras actitudes irresponsables como el comercio ilegal, la cacería, los incendios forestales, el uso de pesticidas en la agricultura, son causa común de pérdidas invaluables para el planeta y para el propio hombre. Según datos mundiales, más de un millar de especies están en peligro de extinción y la población de muchas más disminuye de forma vertiginosa y permanecen vulnerables al actuar indiscriminado de los seres humanos.

Cuba, con 25 especies de aves endémicas de los más de 360 especímenes que conforman la avifauna de la ínsula caribeña, es signataria de múltiples convenios y compromisos internacionales para el cuidado del medio ambiente y la protección de las especies que integran la Ornitología Cubana, y cuenta con un sistema nacional de áreas protegidas para el manejo de las especies más amenazadas.

Cuba tiene una avifauna endémica de 25 especies, entre las más de 360 especímenes de aves del archipiélago // Foto Denia Fleitas
Cuba tiene una avifauna endémica de 25 especies, entre las más de 360 especímenes de aves del archipiélago // Foto Denia Fleitas

Ante la exposición de las especies a estos riesgos, fundamentalmente aquellas endémicas como el tocororo, el zunzún, la cotorra, el gavilán colilargo, la gallinuela de Santo Tomás, el totí, la ferminia y el sinsontillo, se precisa incrementar la educación ambiental desde la infancia para proteger a los alados.

No nos conformemos con sentir el canto tras las rejas. Es indiscutiblemente mejor verles revolotear, en parejas o en solitario, en nuestros patios y jardines, descubrirles engalanando la mata de coco, o polinizando las flores, saborear su trino en libertad, conscientes de que su conservación es vital para preservar la vida.

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