Bogotá, 26 may (PL) Cinco son los candidatos que medirán fuerzas mañana en unas elecciones presidenciales definitorias para la consecución de una paz estable y duradera en Colombia.
En el tercer, cuarto y quinto lugar de los cuestionados sondeos electorales (en opinión de expertos se usan muchas veces para inducir el voto indeciso) aparecen Sergio Fajardo, de la Coalición Colombia; el exvicepresidente Germán Vargas Lleras y Humberto de la Calle, por el partido Liberal.
Duque tiene el respaldo pleno del Centro Democrático, el partido encabezado y fundado por el actual senador y expresidente Álvaro Uribe (2002-2010).
Fiel a su mentor, Duque es un contumaz adversario de los acuerdos de paz. De llegar al poder ya adelantó el anuncio de modificaciones sustanciales a lo pactado entre el gobierno de Juan Manuel Santos y la exguerrilla Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo.
El exsenador de 41 años de edad también anunció cambios estructurales a la Justicia Especial de Paz (JEP) con declaraciones que hacen temer que los líderes del ahora partido de la FARC (Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común) podrían ir a la cárcel, además de su rechazo al ejercicio político de los excombatientes.
Con Duque en la presidencia difícilmente prosperaría un acuerdo de paz con la guerrilla Ejército de Liberación Nacional y empeorarían las ya tensas relaciones con la vecina Venezuela.
Situado asimismo en el espectro ideológico de la derecha, Vargas Lleras, de 56 años, representa al movimiento por firmas Mejor Vargas Lleras y a su partido Cambio Radical y se le considera el candidato más favorecido por las maquinarias electorales.
Aunque no ha despegado en los sondeos, en los que va en cuarto lugar, se ha mostrado muy confiado de llegar a la presidencia, anclado en su larga experiencia como político, exministro, excongresista y vicetitular de la jefatura del Estado en el gobierno de Santos.
Vargas Lleras, que cuenta con el apoyo del gubernamental partido de la Unidad, ha sido muy crítico con los acuerdos de paz y en particular con la JEP. En el más reciente debate presidencial arremetió contra el tribunal de paz por suspender la extradición del líder de la FARC Jesús Santrich.
En el centro del abanico ideológico son identificados dos candidatos en Colombia: De la Calle y Fajardo.
El primero, exjefe negociador en La Habana, presenta como bandera de su programa de gobierno la defensa irrestricta de lo acordado con la FARC.
También con una larga experiencia política, el abogado y escritor de 71 años ha sido diplomático, Registrador Nacional, ministro y vicepresidente de la República, entre otros cargos públicos.
Aunque va de último en las encuestas, De la Calle ha insistido que no va a tirar la toalla porque cree en la solidez de su mensaje, en el que sobresale la propuesta de un país sin odios ni fanatismos.
Sin paz no hay desarrollo, no hay justicia ni convivencia. La paz es el camino que debe terminar en la reconciliación entre los colombianos, manifestó en alocución televisiva.
Fajardo por su parte representa a la Coalición Colombia, una alianza que integran los partidos Alianza Verde y Polo Democrático Alternativo y el movimiento Compromiso Ciudadano.
Matemático y periodista, el aplomado exalcalde de Medellín y exgobernador del departamento de Antioquia tiene 61 años de edad y lleva como principal cruzada de su campaña la lucha contra la corrupción.
Trabajaremos por una Colombia con educación y sin trampas, donde podamos ser diferentes sin ser enemigos. El otro eje principal de su programa esté enfocado en la educación como motor en la transformación del país.
Sobre la paz Fajardo, tercero en los sondeos electorales, ha asegurado que respetará la palabra del Estado empeñada en la firma de los acuerdos negociados en la capital cubana.
De igual modo se ha pronunciado el candidato del movimiento Colombia Humana, exguerrillero del M-19, exalcalde bogotano y excongresista y quien representa para asombro de muchos la posibilidad real de acceso de la izquierda al poder en Colombia.
Con una agenda antioligárquica Petro, de 58 años, ha logrado desbordar las principales plazas públicas del país con la asistencia de los históricamente marginados que se han concentrado para oírlo hablar de una Colombia sin hambre, sin desigualdades y amante de la paz.
Trabajaremos por una Colombia con salud pública gratuita, preventiva y universal, enfatiza Petro, considerado un gran pedagogo de una campaña electoral, que como acotó un analista local, estaba condenada al olvido por salirse del poderoso establishment.
Demonizado por la ultraderecha y estigmatizado por los grandes medios en Colombia, su discurso a favor de la gratuidad en la enseñanza en todos los niveles, incluido el universitario, ha prendido en el electorado joven, históricamente apático hacia los procesos electorales.
En sus últimas presentaciones en público ha expresado preocupación por la transparencia del sistema electoral y ha denunciado en particular presuntas irregularidades en torno al software de la Registraduría Nacional con el fin de alterar el escrutinio.
La institucionalidad, a través de la presidencia y de la propia Registraduría, ha rechazado sus declaraciones y ha asegurado que las garantías electorales resguardarán a todos los candidatos.
Según los pronósticos, a ninguno de los presidenciables le alcanzarán los votos en primera vuelta para acceder a la Casa de Nariño (sede del gobierno).
De hacerse realidad tal vaticinio, habrá que esperar al 17 de junio para conocer al nuevo jefe de Estado en Colombia.
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