
Desde que la descubrí «el radio no se apaga, es mi compañera de toda hora, no hay minuto del día que pase sin escucharla» dice un oyente a quien la radio ha robado el corazón, «como si el suyo fuera un sortilegio capaz de despertar sueños y esperanzas».
Sus palabras pudieran causar asombro, pero para quienes tenemos en el privilegio de las ondas sonoras una razón de vivir resultan el orgullo e impulso para continuar haciendo sonido para ver, dando riendas a la ingeniosa idea del mambí y músico Luis Casas Romero, que en el lejano 22 de agosto de 1922 tomara el éter para permanecer en la vida de los cubanos.
A 101 años de aquella llamada de atención con una corneta de juguete que irrumpió en el espacio radioeléctrico, que ofreció la hora y el parte del tiempo, el novedoso sonido en el éter crece, evoluciona, y se afianza en una radio que en Cuba trasciende como voz del pueblo, fruto de un palpitar común que cuestiona, analiza, edifica, construye, con el concurso de radialistas y audiencia, un mejor ejercicio y sociedad.
En tiempos de las nuevas tecnologías, donde prosperan medios digitales alternativos y sitios de redes sociales, la legendaria industria de sonidos, palabras, música y silencio no descansa para reinventarse y perpetuarse en la preferencia de los escuchas, de quienes se retroalimenta para llegar cada vez a más personas.
Verídica, objetiva, sensible, la Radio Cubana, a través de sus 100 casas radiofónicas por toda la geografía nacional, narra la historia de una nación en faena permanente por su avance, en arduo empuje para sobreponerse a todo y salvar las esencias que le definen como cubanos; y lo que es mejor aún, es esa historia de cotidianidad contada por sus protagonistas: niños, adolescentes, jóvenes, hombres y mujeres, campesinos, obreros, profesionales, que cifran sus anhelos en un futuro al que aportan energías y desvelos.
Y aunque persiste, y tiene ligado a ella nombres que jamás se olvidarán por lo profundo de su hacer desde esta ciudad del Golfo de Guacanayabo, como Jorge Ibarra, Mariano Gómez Navarro, Misael Ramos Rodríguez, Marzo Enrique Rivero Bertot, Rolando de la Cruz, y tantos otros de Radio Granma en Manzanillo, y de otras latitudes; también tiene el reto de renovar sus propuestas acordes a las nuevas tendencias y gustos para tocar jóvenes y viejos en los que pueda latir con fuerza.
De unir lo tradicional con la novedad, desde el ingenio y la perspicacia, siempre resultan excepcionales obras que hoy son cada vez más necesarias para ejercer la función de servicio público, desde la vocación y la verdad, que ha caracterizado desde antaño a la Radio Cubana, y así vencer en la contienda al ocio y la desinformación que desde fuera se promueve.
La radio de ayer y hoy, cubanísima como las palmas, se debe a su audiencia, que es el pueblo digno y trabajador, y como ellas ha de reverdecer y lucir sus viejos y nuevos penachos en lo alto, en defensa de la tradición que, al igual que el ritmo creado por Casas Romero, es criolla.