Rosaine Ramírez, valiente en el espíritu del deber

Doctora manzanillera Rosaine Leyanet Ramírez Ricardo, en el cumplimiento del deber frente a la Covid-19 en hospital militar Luis Díaz Sotto de La Habana // Foto Cortesía de la entrevistada
Doctora manzanillera Rosaine Leyanet Ramírez Ricardo, en el cumplimiento del deber frente a la Covid-19 en hospital militar Luis Díaz Sotto de La Habana // Foto Cortesía de la entrevistada

De su voz dulce y la entereza con la que viajó de Manzanillo a La Habana para cumplir la misión de restituir esperanzas a pacientes con coronavirus, emana la luz inextinguible que acompaña a la joven doctora Rosaine Leyanet Ramírez Ricardo.

Con apenas 27 años, a solo siete meses de ser especialista de primer grado en medicina intensiva y emergencias, y dos años de su egreso como médico, la profesión dispuso el reto y ella aceptó.

«Recuerdo se hizo un llamado a los especialista de terapia intensiva del hospital Celia Sánchez Manduley para la cooperación en los hospitales de La Habana, que realmente estaban necesitados de profesionales y yo di mi paso al frente, primero pensando que estaba ayudando más que a la Revolución, a mi propio pueblo, a las personas que nos necesitaban».

«Fueron 14 días de duro trabajo en el hospital naval de La Habana, Doctor Luis Díaz Soto, en cuidados especiales; faenas fuertes, pero se cumplió con el objetivo que fue salvar vidas, ayudar, y protegiéndose».

«Específicamente cuando se produjo el evento de transmisión del centro de atención a deambulantes en la capital, personas en condiciones que no son las que estamos acostumbrados a ver; y los atendimos, y pienso que se hizo lo que debía de hacerse».

A sus 27 años, Rosaine Leyanet es un ejemplo de profesional consagrada // Foto Cortesía de la entrevistada

«Estábamos en la parte de atención al grave, y también valorábamos a los pacientes reportados de cuidado; y el mejor y justo regalo a nuestra entrega era su recuperación. A pesar de sus condiciones nos agradecían mucho por la atención que les brindamos, por el cariño que le demostramos a ellos, y así lo retribuyeron a nosotros con mucho agradecimiento».

«Es algo que nunca habíamos visto ni nos imaginamos que íbamos a pasar; es una experiencia que pocas veces las vamos a vivir y nos crecemos como profesionales, también como ser humano porque guardas sus palabras pidiéndote que le ayudes a seguir viviendo, y conforme a ello actuamos».

«Igual que en relación a las normas de seguridad, primero estaba la protección de nosotros con todos los recursos necesarios, todos los medios disponibles, para que fuera seguro y que no resultáramos contagiados de tan novedosa patología y salir victoriosos en cada jornada de entrega incondicional a ellos».

«En terapia, con un paciente y cada patología el esfuerzo es arduo, y en el caso de esta (Covid-19) que evoluciona rápidamente, no se puede perder un minuto, pues sería un minuto de vida que se está perdiendo, también por eso el trabajo es constante».

«Son muchos días que los pacientes tardan en una sala de hospitalización, después de procesos invasivos, y una vez que se recuperan, precisan además, de todo el aliento que seamos capaces de darles; esas palabras, gestos, también les hacen mucho bien».

«Por eso la obra del sistema de salud cubano no tiene comparación, diseñado para seres humanos sin distinción y entregarles los cuidados que requieran, le hace ser exquisita».

La protección fue vital para salir victoriosos en cada jornada // Foto Cortesía de la entrevistada

«Ahora me alisto para llevar salud al país foráneo que lo precise, también vamos a dar el paso al frente y tratar de trabajar como lo hacemos acá en nuestro país; y ante todo lo que nos mueve es el sentimiento, porque el médico cubano ante todo tiene que ser humano y brindarle ayuda a quien lo necesita».

«Desde que comenzamos a estudiar la carrera de Medicina se nos está inculcando este valor de dar nuestra sabiduría, los conocimientos que nos enseñan, a quienes les hagan falta, y no será esta generación de galenos la que falle a esos principios altruistas».

«Detrás de ese cumplimiento estricto del juramento hipocrático, claro que está la familia: mi mamá, mi papá, mi hermana, mi esposo, mis abuelos; pues me da fuerza para regresar bien saber que me apoyan, que están esperándome en casa cada día que salgo a cumplir con mi deber».

La doctora manzanillera Rosaine Leyanet cumple con dignidad y conciencia la profesión que escogió como razón de vida; su fuerza de valiente supera su estatura y le ennoblece como médico y cubana al servicio de la humanidad.

El equipo de trabajo de diversos lugares del país ratificó en unidad su compromiso con la vida// Foto Cortesía de la entrevistada
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