Solidaridad al timón

Desde las cuatro de la mañana el ómnibus de Máximo anda en carretera, y en su ruta fuera de lo común no le falta nunca el deseo de complacer a sus pasajeros.

Aunque su punto de partida es la Base de transporte escolar de Veguita, de la Unidad Empresarial Granma, en el vecino municipio de Yara, se traslada a la ciudad del Golfo de Guacanayabo al igual que otros colegas para colaborar con la transportación del personal médico que labora a diario en el Hospital Clínico Quirúrgico Celia Sánchez Manduley y para el traslado de las altas médicas de los pacientes allí salvados de la COVID-19.

«Mi esposa está trabajando en un centro de aislamiento para atender a los médicos y yo aquí en Manzanillo, dice Máximo Ramírez Rodríguez- yo por acá apoyando en el transporte y ella desde el sector de la salud, como enfermera, es un compromiso familiar diría; nos cuidamos los dos, pero cumplimos con lo que nos corresponde».

Máximo Ramírez Rodríguez tiene 17 años de labor en el volante // Foto Denia Fleitas Rosales

El suyo es el sacrificio de un transportista de estos tiempos, de los que saben recorrer caminos para muchos intransitables, pero no para quienes sienten en sí la fuerza y voluntad de un país que se levanta como fénix del golpe de un adversario invisible.

«El parqueo sobrepasa generalmente las 10 de la noche porque nosotros llegamos hasta Pilón, Niquero, Jiguaní, Guisa, a todos los municipios de la provincia de Granma, y se hace con responsabilidad y entrega, porque es una misión del país y tenemos que asumirla con compromiso, nos tocó hoy a mis compañeros y a mí hacer por la Revolución».

Los choferes de cinco carros de la Base de Ómnibus escolares de Veguitas, y tres de su homóloga de Caney de las Mercedes, en el municipio Bartolomé Masó, se han incorporado a este gesto altruista en Manzanillo.

A diario dan alrededor de 12 viajes para la recogida y retorno de todo el personal sanitario y de servicio de la institución hospitalaria que asume la atención a los pacientes graves con el nuevo coronavirus y sospechosos de alto riesgo; en la mañana, al mediodía, en la tarde, incluso en horas de la noche, van devolviéndoles a casa.

Y llevan a la tranquilidad del hogar a los granmenses rescatados de las garras del virus al egreso, en unos cuatro viajes con destino a los 12 municipios de esta provincia oriental.

José Luis Zambrano, jefe del departamento general de transporte en Manzanillo // Foto Denia Fleitas Rosales

«Un aproximado de 400 personas movemos a diario en estos ómnibus, y como el virus no tiene cara los cuidados en ellos son excesivos para que sea seguro cada viaje», comenta José Luis Zambrano, jefe del departamento general de transporte en Manzanillo.

Se nutre Máximo de la destreza al timón de dos experimentados choferes: Isnerio Cabrera Alba y Marcos Bisel Osorio, quienes alcanzan los 40 años de esta profesión sobre ruedas.

Isnerio, a cargo de la girón amarilla 802, acentúa que «es una tarea que necesita el país y brindamos el apoyo nuestro en esta situación de contingencia; tenemos que dar el aporte que merece el pueblo para cumplir y que se sientan bien los trabajadores de salud y los pacientes, y sus familias, que pudieran ser las nuestras».

Isnerio Cabrera Alba acumula 38 años como chofer, 35 de ellos en Transporte Escolar // Foto Denia Fleitas Rosales

Mientras que Marcos Bisel Osorio compara con superioridad a esta tarea, «porque nosotros, Ómnibus Escolares, somos apoyo ante todas las situaciones que se presentan como los ciclones; pero como esta nunca habíamos enfrentado una tan riesgosa para nuestra salud, pero estamos haciéndolo porque es vital, y aquí estamos desde que empezó y hasta que se acabe.

«Pero ante el peligro uno toma la precaución, y mantenemos el recelo de que alguien pueda subir contagiado, por eso usamos el hipoclorito para las manos, exigimos que siempre se use nasobuco correctamente, se fumigan los carros, usamos los trajes de protección, es decir que tenemos esa ocupación todo el tiempo de modo que si acaso el virus sube no se propague».

«Aquí estamos desde que empezó y hasta que se acabe» afirma Marcos Bisel Osorio // Foto Denia Fleitas Rosales

El ejemplo que ellos dan a sus hijos cual Valientes, desde las primeras líneas contra la enfermedad, se asemeja al de guerreros que unidos a los de batas blancas resisten y vencen cada combate para conquistar la batalla definitiva.

Y sus pasajeros agradecen la labor porque «siempre estamos para lo que ellos necesiten».

Definitivamente, la suya es, como asevera Ramón Agüero Pérez, director de Transporte en Manzanillo, es «un pago de amor, en momentos en que demuestran su sensibilidad por el prójimo, porque en estos momentos hay que derrochar además de disciplina, muchos valores, que nos caracteriza porque nos los enseñó nuestro Comandante en Jefe Fidel.

La solidaridad de estos transportistas es un pago de amor plantea Ramón Agüero Pérez, director de la Unidad Empresarial de Transporte Manzanillo

«La de ellos, como la de su retaguardia que es la familia, madres, esposas, hijos, es la solidaridad de nuestro pueblo, que no damos lo que nos sobra, sino que compartimos lo que tenemos; demostramos que aunque las carencias son reales, la voluntad de los trabajadores, de los transportistas, se va por encima, y es la fortaleza de nuestro sector».