Strike 3: Comodines salvadores

Los play off, ya se sabe, son una espoleta para la adrenalina. Se inventaron precisamente con el afán de llevar la emoción hasta el último día, evitando las frecuentes decisiones prematuras de los campeonatos sin postemporada. Da lo mismo si a tres, cinco, siete o nueve juegos…, un play off es garantía de pasión. Y tanto, que las recientes pulseadas por los boletos de wild card me parecieron más interesantes (más dignas de ser vistas) que toda la etapa regular.

No exagero. Vi muy poco de lo acontecido en los primeros 45 encuentros, vencido por el aburrimiento que deriva de subseries anodinas, peloteros mayoritariamente escasos de talento, managers que rompían los termómetros del conservadurismo, umpires sin concepto de la zona… Mi caso no fue el único: a juzgar por la imagen de los gradas, mucha gente pensaba como yo.

Sin embargo, me gustaron los choques por los comodines. Por lo menos ahí se notaban las ganas, compulsados como estaban los equipos a triunfar o esperar al año próximo. En alguna medida, esos seis desafíos salvaron la clasificatoria.

El dual meet Las Tunas-Camagüey regaló un trío de encuentros muy cerrados, concluidos en todos los casos por márgenes de dos anotaciones o menos. La victoria se posó siempre en los hombros de la escuadra de casa –cosa muy natural en deportes de conjunto-, y lo más atractivo corrió a cargo de los agramontinos, que debieron remontar la derrota del día inicial y, para colmo, el score adverso del partido siguiente.

A priori, se trataba de dos fuerzas bastante parejas con el madero en ristre, que fildeaban por encima de la media del torneo. Pero en materia de pitcheo la balanza apostaba por los otrora Ganaderos (efectividad de 3.77 contra 4.37), aunque justo es decir que los tuneros exhibían dígitos superiores en cuanto a control (45 transferencias menos, con la consecuencia de un WHIP* algo más bajo).

Al final, todo se decidió desde el montículo, que es como debe ser cuando el béisbol respeta sus esencias. Yoalkys Cruz y Yudiel Rodríguez juntaron sus brazos para la lechada de la fecha de apertura; Frank Madan cerró herméticamente la jornada posterior; y el gatillo del tiro de gracia lo halaron las buenas faenas de José Ramón Rodríguez en plan abridor y el veterano Yormani Socarrás en funciones de cierre, para alegría de un Camagüey que desconoce el podio desde el año 2001 y no ha podido levantar un trofeo en cuatro décadas.

Las palmas, faltaba más, para el torpedero Alexander Ayala, quien a sus 35 años toca otra vez con insistencia a las puertas del team Cuba: después de “reventar” la pelota en el tramo regular, ahora bateó de 12-7, disparó cuatro dobles y empujó a tres compañeros. Un líder en toda regla dentro de la tropa.

Más trepidante aún fue el cruce de armas entre Holguín y la Isla. Los pineros habían sido mejores en toda la línea ofensiva, mas la novena del oriente salía favorita por sus prestaciones en el box (no olvidar que los lanzadores Piratas venían de regalar ¡5.45! bases por bolas por encuentro).

Todo empezó con el éxito de los holguineros al visitar el Labra. Allí donde la Isla es casi inexpugnable, Carlos Santiesteban hizo un trabajo de oro que por poco le estropean los relevos. Pero “por poco” no se vale, de modo que la tarea de Noelvis González y sus hombres se simplificaba a ganar uno de dos en el Calixto. Y eso hicieron, no sin antes sudar la inefable gota gorda.

Se lo cuento: el segundo desafío arrancó con Holguín adelante, 4×0. Parecía que la historia estaba escrita, y de pronto el contrario la fue descontando lentamente hasta hacer un racimo de siete en el (no por gusto llamado) lucky seven. A la postre, la pizarra exhibió un 13×6 que emparejaba el duelo y decretaba un transitorio golpe sicológico a favor de Rodríguez Pantoja y compañía.

Pero fue insuficiente. El encuentro crucial llegó igualado al out 54, la Isla fabricó una carrera en el décimo que el sobrexigido Dannys Aguilera no pudo defender, y a la altura del episodio 12 las tribunas de Holguín festejaron el pase en las piernas de Geydi Soler. (Nunca voy a entender por qué los jardineros jugaban tan profundos en el lance decisivo, con la carrera clave en la antesala, pero el error está en el juego y, al final de cuentas, lo enriquece).

Se acabó lo que se daba en los wild cards. Holguín y Camagüey lidiarán con Matanzas, Ciego de Ávila, Villa Clara y Granma en la venidera ronda hexagonal, donde sospecho –y ojalá me equivoque- que a pesar de los refuerzos volverá la monotonía de la desproporción en los scores y el imperio de las leyes del mínimo esfuerzo.

Por mi parte, invernaré a la espera de los play off semifinales.

Leyenda: *El WHIP (Walks and Hits per Inning Pitched) es una estadística que calcula el promedio del número de bases por bolas y hits permitidos por el pitcher por cada entrada lanzada. Su fórmula es WHIP = BB +H / IP.

Por: Michel Contreras