Tractor Magric 80.2, un producto cubano para la agricultura

Hoy prototipo, Magric 80.2 podría ser un producto seriado con alta integración nacional, a partir del encadenamiento productivo entre plantas industriales. // Foto Germán Veloz

El reto lo propuso el Presidente Miguel Díaz-Canel durante la última visita gubernamental realizada a la provincia. En aquel momento, al intercambiar con directivos de la Empresa Mecánica Holguín Héroes del 26 de Julio (Holmeca),  les dijo: «Si ustedes diseñan y fabrican tractolvas, ¿por qué no fabrican tractores?».

Ahí está la génesis del prototipo de Magric 80.2, tractor de 80 caballos de fuerza (HP) y tracción trasera, creado para realizar labores de roturación, cultivo, fertilización y transporte en general.

Juan Carlos Pargas, director de la ueb Fábrica de Implementos Agrícolas 26 de Julio, donde el equipo fue ensamblado, explica que aprovecharon la experiencia adquirida con la reconstrucción de los tractores YUMZ en los años 90 y la disponibilidad de recursos  relacionados con la fabricación de tractolvas. En los inventarios tenían el motor, la caja de transmisión y otros agregados. Con el esquema tecnológico a mano, lo demás fue trabajar.

«Esta máquina se caracteriza por un nivel de integración de acuerdo con nuestras posibilidades tecnológicas. Es la razón por la que cerca del 30 % de los componentes son de producción nacional. Construimos la carrocería, la cabina, las llantas delanteras, el puente direccional, el sistema de izado y arrastre de implementos, los pedales y otros elementos».

Una vez validado el equipo, cosa que esperan en la posible etapa de producción en serie, podrían aparecer más partes fabricadas en el país, asevera el experimentado directivo, para quien el palpable envejecimiento tecnológico de las plantas industriales de la rama sideromecánica y de otros sectores debe amortiguarse con un mayor despliegue de creatividad, empleo óptimo del equipamiento disponible y encadenamientos productivos.

Conocedor del escenario en el que se desenvuelve, dice que la industria del país tiene posibilidades de fabricar parte de los engranes de transmisión y los cascos de las cajas donde esos elementos se acoplan.

Entre los actores concretos capaces de aportar al proyecto, coloca a la Empresa Oleohidráulica de Cienfuegos.  «Puede aportar pistones y otros elementos para los sistemas hidráulicos».

Máquinas que propulsan la agricultura

El Magric 80.2 será sometido a prueba próximamente en campos de la provincia de Granma. La evaluación correrá a cargo del Instituto de Investigaciones de Ingeniería Agrícola, explica el ingeniero Rubier Luaces Ledea, director técnico de Holmeca.

Al director adjunto de la entidad, ingeniero Julio César Gallego Torres, le parece correcto recordar que la tradición de fabricar máquinas agrícolas autopropulsadas se remonta a 1996, cuando en cooperación con una firma extranjera produjeron cosechadoras de arroz adquiridas por el Ministerio de la Agricultura, que las distribuyó por los polos productivos del grano en el país.  

Asegura que el lado fuerte de la empresa en la fabricación de equipos agrícolas automotores está en las tractolvas, transporte intermedio entre las cosechadoras de arroz y los vehículos que aguardan al lado de los campos para llevar el grano a los centros de procesamiento.

Es un producto propio del país, porque el tractor que sirve de base fue transformado en una máquina con nuevas prestaciones, a partir de la incorporación de esteras, un depósito de carga y sistema para su llenado y vaciado, entre otros elementos.

Los registros productivos de la ueb 26 de Julio recogen que durante 2012 se fabricaron 30 unidades, cada una con capacidad de 70 quintales. En el transcurso de 2018 ensamblaron otro importante lote de máquinas que, según confirmó entonces a Granma el ingeniero Dionis Reyes Camejo, su diseñador principal, eran superiores a las anteriores por contar con una nueva cabina y dispositivos hidráulicos que proporcionan mayor velocidad al módulo de descarga, por lo que disminuyó el tiempo destinado a esa operación.

Con funciones similares a las de las tractolvas, el pasado año, tras ser ensamblados con un alto porciento de componentes provenientes de China, entregaron al Ministerio de la Agricultura diez transportadores con una capacidad de 140 quintales. El equipo fue diseñado por especialistas de la Empresa Centro de Desarrollo de la Maquinaria Agrícola (Cedema), y el prototipo se fabricó en la nación asiática, en una entidad industrial con la que se establecieron relaciones mutuamente ventajosas. 

Encadenamiento productivo desde el diseño

Actualmente la empresa trabaja con la intención de ofrecer una máquina autopropulsada cosechadora de maíz y de otros granos. Entre los muchos elementos notorios del proceso se distingue el concepto de integración bajo el que se trabaja desde la fase  investigativa, en la que se tomó como referencia un equipo creado por una firma con larga experiencia en la fabricación de maquinaria agrícola.

Holmeca creó en la UEB 26 de Julio una Sala de Diseño a pie de taller, donde convergen especialistas de ellos y de otras diez empresas y centros de investigación de todo el país, enfrascados hoy en lograr los conjuntos o partes que darán cuerpo al equipo.  

A Cedema pertenece el ingeniero Yadnel Abreu Ricardo, quien coordina las acciones del referido grupo. El diseño, esclarece, tiene en cuenta las posibilidades tecnológicas de las industrias nacionales y la disponibilidad real de materia prima necesaria para fabricar las numerosas partes de la máquina con el mínimo de recursos importados.

«Como se trabaja por etapas, nos apoyamos mutuamente. Es la forma de hacer realidad el encadenamiento del proyecto, que mantiene el principio de diseñar y fabricar simultaneamente, para disponer de la cosechadora en el tiempo más breve posible». 

Más apoyo tecnológico para los productores

El interés que Holmeca pone en la creación y fomento de máquinas agrícolas autopropulsadas se aprecia en otros cuatro proyectos de desarrollo de medios e implementos para la preparación de suelos y la cosecha de productos agrícolas en general.

Un conjunto estará dirigido a impulsar el Programa de las Bioeléctricas, responsabilidad de Azcuba. Incluye subsolador de varios órganos, gradas de 28 discos y equipos para elaborar compost, abrir zanjas  y fertilizar. Con ellos se pretenden incrementar los rendimientos de las plantaciones de caña que aportan la masa a emplear como combustible tras la obtención del azúcar.

Para la ganadería, con la progresiva incorporación de componentes fabricados por la industria nacional, proponen fabricar una familia compuesta, entre otros elementos, por sembradora y segadora de pastos y empacadora de heno, desarrolladas en cooperación con Cedema y construidas en China con la colaboración de la empresa Zoomlion, tras incluirles las modificaciones pertinentes para su uso en las condiciones de los campos cubanos. Aquí sobresale la silo-cosechadora de pastos, destinada a la cosecha de forraje en corte directo de hierba, maíz, sorgo y otras plantas para alimentos del ganado vacuno.

Con respecto al programa del arroz, la aspiración es satisfacer a los productores que reclaman medios técnicos, algunos de ellos capaces de sustituir las labores que realiza la aviación agrícola. En ese grupo aparecen sembradoras-fertilizadoras, un esparcidor de abono, una pala aplanadora y un rodillo para compactar el suelo.   

En el dinámico contexto de búsqueda de soluciones, a través del empleo de todas las reservas disponibles, también se ha emprendido el rescate de la fabricación de motores eléctricos en la ueb especializada en ese renglón. Se apuesta por el de una fase, de 220 v a 3.0 kw, posible opción para sustituir los que ya no funcionan en las máquinas forrajeras Pluss 2000, importadas por el sistema de la Agricultura. Tener en mano este tipo de motor es un aspecto muy importante si en algún momento es posible producir esas máquinas en el país.

Todo eso es parte del gran reto que el Presidente cubano Miguel Díaz-Canel le presentó a la industria sideromecánica para que crezca en productos que incrementen exportaciones y sustituyan o reduzcan significativamente las importaciones, en medio de un cuestionamiento constante acerca de qué y cómo se debe hacer, sin descuidar dónde hay que invertir para asegurar progreso.