Un gastronómico de excelencia y el privilegio de atender a Fidel

Roberto Ramírez Junto a Fidel // Foto cortesía de Roberto Ramírez
Roberto Ramírez Junto a Fidel // Foto cortesía de Roberto Ramírez

En la historia de la gastronomía en Manzanillo hay un hombre que tiene su espacio bien ganado por la excelencia en sus servicios. Aunque ya no se encuentra entre nosotros físicamente, Roberto Ramírez García, es referencia cuando se habla de calidad en el arte de los cubiertos y el buen servir.

Hace ya un poco más de cinco años, fui hasta su casa, en la parte alta de Manzanillo, con la inquietud de hurgar en sus recuerdos para conocer más de uno de los hombres que han tenido el privilegio de estar bien cerca del Comandante en Jefe Fidel Castro.

Esta fue la entrevista publicada en marzo del 2011.

Haciendo historia…

Excelente conversador, Roberto, se traslada en sus recuerdos hasta el mismo momento en que de algún modo comienza su vida laboral cuando apenas tenía diez años de edad… “comencé en el Hotel Inglaterra, no como trabajador, sencillamente iba a cargar las maletas a los viajantes hasta un coche que había aquí, de un señor llamado Agustín… en el hotel había una gente muy habilidosa en los servicios que llamó mi atención, y yo me fijaba cómo trabajaba.”

El inicio en el oficio de la gastronomía lo hace unos años después cuando recorre varios municipios de la costa granmense trabajando en las llamadas “fondas”. De vuelta a Manzanillo continúa por ese camino… “y comencé a trabajar en un restaurante, era cafetería y restaurante, donde está actualmente la Academia de Ajedrez, que se llamaba “La Dominica”, era de un español… el día que la abrieron, yo fui y trabajé y por la noche el dueño me dio un sobre con lo que había ganado el día de la inauguración y me dio las gracias… yo pensé que no trabajaría más, pero uno de los empleados que me conocía habló con el español y este me mandó a buscar y al otro día empecé a trabajar allí”.

De hablar pausado, fija por momentos su vista en lo lejano, como para traer a su memoria cada detalle de esa época… “yo tenía mis habilidades, y al mes de estar trabajando allí, viene un matrimonio con una señora, ya mayor, a comer, y yo los atendí, la señora se fue muy satisfecha del servicio y se lo dijeron al dueño, “oye muy buen dependiente”, y el español me dijo, “usted en vez de ganar tanto, va  a ganar más cuanto”, me aumentó el salario”.  Y ese fue el despegar de quien se convirtiera en uno de los mejores gastronómicos del oriente cubano.

En definitiva, fui para el Hotel Guacanayabo…

Aunque no recuerda la fecha exacta, sí precisa que luego de varios años en “La Dominica”,  se comenzó a construir el Hotel Guacanayabo, donde nunca pensó trabajar “incluso el que atendía los servicios aquí en el municipio, fue a La Dominica y me dijo, usted aunque quieran llevárselo de aquí, no se lo van a llevar, usted como trabajador tiene toda la consideración y no se lo van a llevar para el hotel que van a abrir,  y yo de lo más contento porque me sentía bien allí”.

Pero la realidad fue otra, ya Roberto era conocido por la excelente calidad de su trabajo y en muchas ocasiones era seleccionado para atender a las personalidades que llegaban hasta el municipio… “todavía el Hotel no se había abierto y me mandaban a buscar de la Casa de Visita del Partido y del Ministerio del Interior, me solicitaban para atender esas personalidades cuando venían, yo recuerdo había un cocinero de apellido Brizuela, que era muy bueno y también iba, hacíamos un dúo para atender a las visitas, es decir que el primer secretario de la nueva provincia ya me conocía”.

Roberto Ramírez // Foto Marlene Herrera
Roberto Ramírez // Foto Marlene Herrera

El 23 de junio de 1979, se inaugura el Hotel Guacanayabo y Roberto cuenta así, como fue su entrada en esta instalación turística… “en esa época yo no era militante del Partido, un día cuando venía subiendo la loma (calle Maceo) un compañero me ve y me dice “oye yo no sabía que tú tenías tanto punche* con el primer secretario del Partido”, y yo le digo, yo punche ¿por qué?, y me dice, “no, porque dijo que cómo estaba la fuerza de trabajo del Hotel y le respondieron que faltaban el que va  a fungir como Jefe de Salón, pero no lo quieren dar, y él dijo, ¿quién es, Roberto?, y el cocinero tampoco lo quieren dar, ¿Brizuela? Bueno, díganles de parte mía que los dos tienen que ir para allá…” y le digo yo, ¡ah!, yo no sabía eso,  y en definitiva, fui para el Hotel Guacanayabo”.

La modestia del hombre honesto y trabajador se manifiesta cuando habla de su paso por el Guacanayabo… “era un gran personal, no fui yo solamente el que influyó en que el Hotel tuviera una auge extraordinario, porque en verdad tenía unas características de niveles superiores, no era una obra mía, era la obra de un conjunto de trabajadores que había allí que eran muy buenos, eran magníficos, formidables”.

De formación empírica fue perfeccionándose en entrenamientos recibidos en la capital cubana para hacer de él uno de los más completos gastronómicos que ha tenido esta ciudad.

El privilegio de atender a Fidel

En una conversación llena de detalles, es inevitable hablar de lo que puede ser considerada la cumbre dentro de su profesión, entre las tantas personalidades que atendió se encuentra el Comandante en Jefe Fidel Castro… “la primera vez que vino el Comandante, ellos traían un equipo de cocineros y dependientes, pero parece que su idea era crear ese equipo con personas del mismo lugar, y nos llamaron para trabajar junto a ellos, eran cocineros extraordinarios, gente muy bien preparada, y sin dudas, a pesar de que yo tenía mis conocimientos, esos fueron conocimientos extras que completaron mi formación.”

La satisfacción de servir al Comandante en Jefe es evidente y brillan sus ojos cuando expresa “Era un privilegio grande que podía tener cualquier persona de poder atender personalmente  al Comandante en Jefe, lo que hice por más de veinte años”.

De sus encuentros con él, recuerda, “era una persona que te oía, daba gusto atenderlo, cuando venía a Manzanillo le poníamos Liseta, esa era el plato preferido de él”.

Roberto Ramírez // Foto Marlene Herrera
Roberto Ramírez // Foto Marlene Herrera

El trabajo de Roberto hizo que no solo atendiera a Fidel en sus visitas a la ciudad, sino que fuera de la provincia eran requeridos sus servicios por lo que lo acompañó por varios recorridos por la parte oriental del país, incluso recuerda fue hasta la provincia de Villa Clara para la celebración de un aniversario del asalto al Cuartel Moncada,… “el acto se celebró en el stadium de pelota, hasta allá fuimos José Antonio Blanes, Julio Montero y yo, recuerdo le serví una taza de café o té, no recuerdo bien, y Fidel estaba dando vueltas y mirando el reloj esperando la hora de comenzar el acto y al momento que él sube, en aquel stadium que estaba repleto, la gente comienza a aplaudir y a dar gritos de viva”.

Poco a poco vienen a su mente los nombres de tantas personas que atendió, “el Comandante Almeida, Raúl, Vilma, Celia, Celia mi amiga desde antes del triunfo de la Revolución, Ramiro Valdés, a todos, a todos los que iban hasta la Casa de Visitas”.

Apasionado también de la pelota, es fundador del Instituto de Deporte y Recreación (INDER) en Manzanillo y además de la oportunidad de conocer a deportistas destacados,  cuenta entre sus tesoros el haber visto ganar a Alberto Juantorena, en Moscú, durante su viaje de estímulo a la Unión Soviética.

Después de media hora de conversación, entre sus manos inquietas tiene un sobre donde, sin dudarlo, guarda fotos que son un orgullo poder mostrar… “¿no vas a ver las fotos?”, me pregunta al tiempo que va sacándolas y explicándome, haciendo énfasis en la que es más importante para él… “¡Imagínate, que Fidel me está firmando la guayabera!”

Modestia, amabilidad…

Ya casi en la despedida, aprovecho la sapiencia del experimentado gastronómico, y le pido un consejo para los jóvenes que se inclinan por esta profesión… “les diría que hay que tener mucha ética gastronómica, tienen que tener presente la modestia, ese quehacer de la gastronomía requiere ser una gente modesta, afable y principalmente atender a ese que viene, bien, con toda la amabilidad que ello requiera”.

Y modestia, amabilidad, elegancia, son solo algunas de las cualidades de este manzanillero que a sus 79 años de edad, es parte de la historia viva de esta ciudad mar.

*punche: en el argot popular se utiliza para señalar buenas relaciones

Roberto Ramírez junto a Fidel // Foto cortesía de Roberto Ramírez
Roberto Ramírez junto a Fidel // Foto cortesía de Roberto Ramírez
“Era un privilegio grande que podía tener cualquier persona de poder atender personalmente al Comandante en Jefe, lo que hice por más de veinte años” // Foto cortesía de Roberto Ramírez
“Era un privilegio grande que podía tener cualquier persona de poder atender personalmente al Comandante en Jefe, lo que hice por más de veinte años” // Foto cortesía de Roberto Ramírez

 

 

 

Compartir en: