Un pregón a galope

Para la manzanillera Mayté López-Chávez es habitual sucumbir a las delicias que a diario se elaboran en el Complejo recreativo cultural Costa Azul, una de las unidades que hoy mantienen la vitalidad de sus ofertas en permanente beneficio del pueblo.

El pregón que se hace acompañar del galope de un caballo le atrae como alternativa para su mesa, «es una excelente idea del sector, que muchos agradecemos, en este tiempo en que se ha complicado tanto salir por el riesgo de contagio con el nuevo coronavirus».

Dice a la sombra del coche donde día a día trabajadores del Costa Azul hacen el recorrido por diversas partes de la ciudad para acercar a los manzanilleros los disímiles platos que se degustaban en sus salones.

Mayté López-Chávez siempre compra sus platos para almorzar // Foto Denia Fleitas Rosales

Salido del espacio donde pululan los olores y sabores de los menús, el cocinero Hermes Guerra, de la parrillada, se convierte en vendedor de sus propias elaboraciones y las de sus colegas, a favor de la iniciativa que permite la venta semanal de más de dos mil raciones de alimento.

A lo que contribuye además el kiosco localizado en la esquina de la calle Aguilera, de frente a la Avenida Primero de Mayo, donde se expende para llevar.

«Es nuestra manera de ayudar a resolver la situación alimenticia del municipio en este momento, que contrapone nuestra pasión por la cocina y de servir al pueblo al embate de la COVID-19», comenta Hermes antes de servir las raciones que Mayté solicita, para evitar hablar sobre los recipientes que contienen la comida.

Hermes Guerra es cocinero de la parrillada y asume esta tarea como parte de la estrategia local // Foto Denia Fleitas Rosales

«Hasta la puerta de las casas llevamos a diario en coche las diferentes variedades de arroz: moro, blanco, amarillo, filete de pescado, ruedas de sierra frita, potajes, carne de cerdo, de gallina, mariquitas de plátano, vianda frita y hervida, y regresamos sin nada, totalmente vacíos».

«Yo los espero todos los días porque resuelven un problema tanto económico como alimentario, pues uno llega del trabajo o por cualquier razón y ahí tienes de todo; es preferible, más cómodo y económico, la calidad es muy buena, me facilita la vida», refiere Mayté.

Hasta la ciudad Pesquera llega el pregón sobre el carruaje de Eduardo Estrada Aldana, que a sus más de 30 años como cochero cambió su ruta y de pasajeros.

«Es un honor porque la gente lo agradece, imagínese que le llevamos casi la comida a su casa, y la comen seguros de no enfermar con ese virus», afirma sin soltar las bridas del rocinante.

Foto Denia Fleitas Rosales

Al éxito de esta idea dedican sus faenas los 30 trabajadores del complejo recreativo, quienes al cierre del mes aspiran a ingresar unos 200 mil pesos por sus ventas.

Para ello, el coche prosigue el recorrido y otros más como Mayté responden a las voces de su anuncio con aroma de Costa Azul.

En la cocina del Complejo Recreativo Costa Azul se expande el olor a pescados// Foto Rafael González Castro
Las elaboraciones inician desde horas de la madrugada // Foto Rafael González Castro
La comida del Costa Azul es para llevar// Foto Rafael González Castro