En El Congo, reptiles a salvo

Los trabajadores del Zoocriadero de Cocodrilos de Manzanillo realizan una ardua labor para preservar el cocodrilo americano. // Foto: Rafael Martínez Arias/ La Demajagua

Manzanillo.- Cuando los autos se alejan de la zona céntrica de esta costera ciudad, perteneciente a la oriental provincia Granma, el paisaje comienza a desnudarse, las montañas y palmares se adueñan del escenario. La novia del Golfo de Guacanayabo tímida; pero orgullosa y segura de sí misma, deja al descubierto su intimidad y al despojarse de sus prendas exhibe comunidades como El Piñal y San Francisco caracterizadas por una auténtica serenidad.

Durante el trayecto acompasado por la brisa y el verdor de los campos, los ojos de los que por allí pasan divisan instituciones como el campamento de pioneros.

Avanzado el recorrido para quienes tienen como punto de mira San Ramón y Media Luna, aparece a la izquierda de la carretera, un cartel de amplias dimensiones: Zoocriadero de Cocodrilos de Manzanillo, que como imán invita a todos a conocer el lugar.

De lo inesperado a lo icónico

Nadie creyó que dos envíos de cocodrilos desde la ciénaga de Birama en 1991 bastarían para que la finca cocodrilera enclavada en el Refugio de Fauna Humedales de Manzanillo, perteneciente a la localidad de El Congo, comenzara a gestar el sueño de preservar la especie Cocodrilus Acutus, más conocida como cocodrilo americano.

En esa fecha llegaron hasta el lugar 370 animales reproductores, quienes serían los niños  mimados de la casa; fueron cuidados con tanto esmero como hijos propios de los trabajadores, acciones que con el paso del tiempo traerían grandes resultados a la institución.

El centro forma parte del Programa de Cocodrilos financiado por la Empresa Nacional para la Protección de la Flora y la Fauna, está dirigido por José Luis Arias Cardero quien comenta que su misión es la protección y conservación del cocodrilo americano. Su objeto social es la preservación de la especie, la comercialización de sus pieles y en futuro la venta de su carne para el desarrollo del turismo.

La población cocodrilera continuó creciendo y hoy, 27 años después, en la finca conviven un total de nueve mil 860 ejemplares, convertido en símbolo de Manzanillo y en referente para la región. Así escaló al segundo puesto entre sus homólogos a nivel nacional.

Dos caminos que se juntan: ciencia y recreación

Construir este paraíso para la preservación es un reto para los 64 obreros de la entidad; la semana laboral transcurre cargada de adrenalina para ellos porque un descuido puede costar una vida y, ¡vaya usted a saber de quién! (hombre o animal) pues aquí un mordisco puede sacarlos del juego, por esta razón quienes estarán en contacto directo con los reptiles reciben un curso de capacitación.

Trabajadores como Yasmel Sánchez Linares, Mariano Suárez Tamayo y Ramón de la Rosa Matos consideran que su labor es arriesgada pero la satisfacción con cada nacimiento es extraordinaria.

El biólogo del Zoocriadero, Gabriel Cisneros Suárez tiene más de dos décadas en esta profesión. Para él lo más importante es tener en cuenta que están tratando con seres vivos y el objetivo es preservar el fin genético de la especie.

Gabriel todavía recuerda con cariño cómo en mayo del 2005 aconteció el nacimiento a partir de la primera incubadora construida en Cuba, año marcado por una natalidad del 76%, superior a la de numerosos países del Caribe.

Este indicador mantiene una cifra elevada, 72%; pero el listón más alto lo implantó el índice de mortalidad con un 2,5% en el pasado 2018, al tener en cuenta que factores como la competencia entre los cocodrilos y el estrés lo hacen declinar.

El centro no solo pretende recuperar una especie que antes contaba con una mermada población; sino que con garras y dientes afilados como los de sus protegidos, busca penetrar en el corazón de los vecinos al convertir el proyecto en una fuente de empleo razón por la cual más del 50% de la plantilla de trabajadores forma parte de la localidad y pretende llevar el hasta los centros educacionales de San Francisco de la mano de Alberto Sánchez Castillo, un mensaje de amor a la naturaleza y a la vida.

El 24 de julio de 2018 culminó el proceso de remodelación en el cual estaba inmerso el centro con el objetivo de no permitir que un destino turístico tan peculiar en la región oriental pase desapercibido.

Desde los cimientos se levantó un restaurante que ofrece exóticos platos como el bistec de búfalo y el de avestruz, por precios módicos.

Para la familia cubana e internacional se creó un área de picnic, una parrillada y se incorporaron guías durante el recorrido por los senderos próximos a las lagunas de los cocodrilos y las jicoteas, estas últimas anfitrionas recién llegadas al hogar.

Juan Miguel Torres Yero es el protagonista de otra de las iniciativas creadas, una tienda para los excursionistas internacionales. ¨Yo fabrico todos los artículos con materiales derivados del bambú, la madera, frutos secos, cuero de res, y otros que son fáciles de encontrar y no dañan al medio ambiente¨.

¨En el 2018 recorrieron la instalación 750 personas, de estas 71 extranjeros provenientes de países como Canadá y Gran Bretaña”, comenta Arturo Frías Tamayo, administrador de la entidad.

¨La meta es atraer un mayor número de visitantes y para eso organizaremos ferias agropecuarias en los barrios donde ofertaremos comida genérica criolla e incluso pensamos en prestar servicios en el horario nocturno si logramos tener alumbrado suficiente¨, aseveró Frías Tamayo.

Este 2019 el Zoocriadero de Manzanillo piensa crecer aun más, hacer que el esfuerzo continúe mereciendo la pena. Esperan convertirse en uno de los destinos más queridos por los visitantes para que quienes pretendan disfrutar una intrépida experiencia junto a estos ¨animalitos¨ recuerden satisfechos cómo vivieron un momento inolvidable junto a la novia del Golfo.

(De Annerys Isabel Arias Rodríguez, estudiante de periodismo)