El Congreso Campesino en armas

El 21 de septiembre provee de regocijo al campesinado cubano que, hace hoy 61 años, constató la armonía entre sus intereses y los del movimiento gestor de la Revolución Cubana.

Apenas eran las 11 de la mañana cuando en el salón de baile del comerciante Juan Clavel, ubicado frente a una pequeña valla de gallos, en el poblado Soledad de Mayarí Arriba, provincia de Santiago de Cuba, quedó inaugurado el Congreso Campesino en Armas, factor impulsor de la unidad entre los hombres y mujeres de la geografía serrana.

Voces de varias latitudes, en representación de los Comités Agrarios de los siete municipios orientales que abarcaba el Segundo Frente Frank País García estremecieron las tierras de esta vanguardia guerrillera.

Los anhelos por redimir la patria ante la miseria que padecían los pobladores de las zonas montañosas, consecuencia directa de la mediatización y monopolización que sobre nuestras riquezas ejercía el imperialismo norteamericano, permitieron al encuentro convertirse en tribuna de denuncia y, a la vez, de demanda por el fortalecimiento de la alianza entre la masa campesina en defensa del derecho propio del pueblo trabajador.

Pese a las distancias recorridas, los caminos engorrosos, las inclemencias del clima y el acoso de las balas enemigas, en cada cubano allí presente enardecieron las ansias de justicia libertaria. En pleno desafío al tiempo, delegados de Baracoa, Maisí, Guantánamo, Sagua de Tánamo, Alto Songo, Yateras y Mayarí patentizaron el respaldo a la gesta insurreccional, al consolidar el vínculo y colaboración con las fuerzas combatientes del Ejército Rebelde.

Si bien participaron más de 150 delegados, nombres como Pepe Ramírez, presidente del Comité Regional Campesino, José Serguera Riverí, jefe del Buró Agrario, y el veterano líder campesino Romárico Cordero, fundador de la Asociación Nacional Campesina de Cuba, realzan el valor del suceso por cuanto desplegaron una meritoria labor organizativa que permitió el desarrollo y cumplimiento de los objetivos del Congreso.

No obstante a las dificultades afrontadas para la organización de la cita: “la acción frecuente de los bombardeos de la aviación y campañas de algunos elementos desclasados”, el entusiasmo de los agrarios nunca se disipó. Así, tanto en las asambleas y reuniones de selección de los partícipes como en el Congreso, el fervor revolucionario de ellos se asentó en el carácter democrático de los eventos.

Con las palabras del Comandante en Jefe del Frente, Raúl Castro Ruz, ante la multitud silenciosa, llegó el reconocimiento histórico de este hecho, que dio culminación a la labor organizativa del campesinado, iniciada cuando se crearon los Comités de Campesinos Revolucionarios.

“Hoy 21 de septiembre de 1958, ha sido y será por mucho tiempo un día memorable para ustedes, para nosotros, para la Revolución Cubana… Jamás, desde que Cuba es Cuba, jamás, repito, habíamos presenciado un congreso campesino, un congreso de campesinos revolucionarios en medio de una guerra…»

El reloj marcaba las 10 y 45 minutos de la noche cuando terminó la alocución. El Congreso Campesino en Armas quedaba clausurado, mas de sus entrañas brotarían estrategias para el logro de reivindicaciones básicas, donde vale referir como la más notable la firma, por el Comandante en Jefe Fidel Castro, de la Ley No. 3 sobre el derecho de los campesinos a la tierra, el 10 de octubre de igual año en la Sierra Maestra, antecedente de la Primera Ley de Reforma Agraria.

En lo adelante, campesinos y rebeldes, continuaron hermanados hasta materializar el sueño de posesión de la tierra, para hacer prevalecer la convocatoria a la unidad lanzada en esta fecha bajo la premisa de la defensa de intereses, no de clases sociales o personas aisladas, sino del pueblo cubano.