En Cuba, la voz del pueblo cuenta e importa

Ya en Cuba están listas las 12 mil 515 circunscripciones que participarán en el próximo proceso electoral a comenzar en septiembre de este año.
Por su parte, la propaganda anticubana, puesta en marcha por grandes medios de comunicación junto a los voceros serviles a los dictados imperialistas, se desgasta en el mismo discursillo, proliferando que Cuba es una “dictadura”, carente de esa “democracia” pluripartidista (que no le ha servido ni a Estados Unidos ni a la “gran” Europa) y donde no se ejercen elecciones “libres”.

Sin embargo, la realidad dentro del país demuestra que el pueblo cubano vuelve a poner en marcha toda su estructura social en dirección a otro proceso electoral.
Mientras que en esos países “democráticos” capitalistas la participación del electorado escasamente sobrepasa la mistad de su padrón electoral, Cuba sigue demostrando con hechos que el pueblo es el actor principal de su democracia, siendo el único que denomina y elige a quienes le representa en los diversos niveles de dirección gubernamental. Por ello, en Cuba la participación en las elecciones siempre ha sobrepasado el 90% del padrón electoral, como promedio del total de procesos electorales realizados hasta la fecha.

El proceso electoral cubano, comienza realmente en el barrio con la participación de cada vecino/a (sin importar si es o no militante del Partido Comunista de Cuba) e incluso, se tiene autorizado por Ley la autoproposición para ser candidato/a a la Asamblea Municipal (primera fase del proceso para llegar al Parlamento Nacional), es la fórmula que sociedades occidentales no conocen.

La única fórmula que se le ha vendido como “fiablemente democrática” es la capitalista: los partidos eligen sus candidatos y manejan, junto con los medios de comunicación, las propuestas electorales: quien más dinero gasta, más publicidad tiene; el candidato que mejor imagen proyecte para el negocio de los medios, más facilidades tiene.
En Cuba los candidatos/as se dan a conocer al resto de la comunidad de la misma austera, humilde y sencilla manera; sin más distinciones que las ganadas por ellos/as mismos/as por sus méritos en su trabajo laboral, por su comportamiento dentro de la sociedad, por lo que son capaces de aportar moralmente con su ejemplo y esfuerzo a la comunidad de vecinos y al país.
En Cuba no se mira la posición económica, sino los méritos de la persona.

Mientras, las sociedades occidentales viven de procesos electorales basados sólo en promesas (mayormente sin cumplir) y que favorece a grandes empresas, bancos e inversionistas (es decir, la oligarquía).

En nuestra Nación, se llevan a cabo procesos electorales para elegir personas que trabajen por un proceso social común y sin distinciones, por una estrategia de país trazada en consulta directa con el pueblo.

De lo anterior se desprenden los principios que rigen el sistema electoral cubano:

  1. Un programa único consensuado por el pueblo.
  2. El pueblo nomina sus candidatos/as.
  3. El pueblo elige sus representantes.
  4. El escrutinio es público.
  5. Se elige por mayoría absoluta de votos.
  6. No hay campañas publicitarias electorales.
  7. Los delegados/as y diputados/as no tienen una remuneración especial.
  8. Los elegidos/as rinden cuenta a los electores.
  9. La revocación es expedita y puede producirse en cualquier momento del mandato.

En los “democráticos” procesos electorales del capitalismo, los candidatos a las diferentes posiciones del Estado y el Gobierno se postulan a través de los partidos, los cuales imponen (por diversos procesos, según el país) a sus candidatos a razón de sus intereses partidistas y de clase.

Pero los cargos a ejercerse en Cuba para las Asambleas Municipales, las Asambleas Provinciales y la Asamblea Nacional (Parlamento) dependen, únicamente, del voto directo del ciudadano, incluso de ese que también forma parte del llamado “de a pie”; porque en Cuba la voz del pueblo cuenta e importa.

Por Gustavo de la Torre Morales

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