Hoy se cumplen 92 años de la llegada a la vida de aquel niño que sin proponérselo adquirió una dimensión universal, el Fidel de todos los tiempos, el legendario barbudo que desafió la adversidad y con el concurso de muchos héroes y heroínas, de los principios e ideas martianas, trajo la soberanía plena a la Isla caribeña de la libertad.
Su ideal de justicia, solidaridad, forma parte de quienes crecimos viéndole a la vanguardia de la gran hazaña que fue y es construir la Revolución, definida magistralmente desde su pensamiento de avanzada como sentido del momento histórico, igualdad y dignad plena, convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas.
El Comandante en Jefe dejó en todos los cubanos una huella indeleble, esa que resalta en cada conquista desde todos los sectores de la sociedad que estamos hoy enfocados en perfeccionar cumpliendo su precepto de cambiar todo lo que deba ser cambiado.
“Es un hombre enorme en el mejor sentido de la palabra, porque no tenía medida, un plus ultra, un hombre para todos los tiempos, al que empecé a querer desde que era un niño”, sentencia el periodista Pedro Enrique Vera Portales quien tuvo el privilegio de estar junto al eterno líder en múltiples ocasiones mientras cumplía con sus funciones profesionales, como diputado del Parlamento cubano por cinco años, y delegado de varios congresos del gremio periodístico y de los Comités de Defensa de la Revolución.
“Me acostumbré a escuchar sus discursos, incluso varias veces para profundizar más en sus palabras, y así me fui dando cuenta del calibre de hombre, hombre de futuro, de luz larga, un humanista por excelencia que indudablemente tenía un imán, atraía a todo el que le conocía”.
“Yo no estudié periodismo, soy de formación autodidacta, y creo sin temor a equivocarme que fue él el mejor maestro que tuve de periodismo, porque cuando quería que aprendiéramos algo ponía ejemplos, buscaba algo para que la gente entendiera, tratando de establecer la comunicación para las amplias masas”.
“Eso lo lograba y es lo que deben aplicar nuestros dirigentes como señala el hoy mandatario cubano Miguel Díaz- Canel, conversar, comunicarse con el pueblo, escuchar sus criterios, otra de las grandes virtudes de Fidel: oír a todos a su alrededor y una profunda sensibilidad que le permitía en una multitud descifrar si tenías una preocupación”.
“Un hombre que supo burlar más de 600 intentos de eliminación física, eso no lo ha podido hacer nadie más en el mundo ante un imperio tan fuerte. Cuántos grandes hombres han caído, sin embargo él murió de muerte natural, se fue invicto. Siempre decía nacimos para vencer y no para ser vencidos y esa es la estirpe que tenemos que tener los cubanos, mucho optimismo como lo demostró aquel 18 de diciembre de 1956 cuando en Cinco Palmas con apenas un pequeño grupo de hombres y siete fusiles en alto expresó: ¡Ahora si ganamos la guerra!”.
Acentúa que Fidel, pese a haber partido a descansar el sueño eterno, habita cada espacio de esta ciudad donde estuvo en 23 ocasiones, fundando, legando sueños y esperanzas a un pueblo revolucionario y emprendedor, donde se escuchó por vez primera el grito de libertad.
“Realmente una persona que hay que llevarla presente siempre, su pensamiento no nos puede faltar y aunque hay una combinación de alegría y tristeza porque, no lo vamos a negar, quisiéramos que estuviera, pero no está físicamente, pero a la vez está”.
“Porque mientras se escuche hablar de Fidel, la prensa hable de Fidel, los niños y los jóvenes quieran a Fidel, y el pueblo siga recordando la figura de Fidel es evidente que va a quedar sembrado por siempre en el corazón de los cubanos”