Pero, como lo entendemos nosotros, para ello será necesario encontrar garantías internacionales para la RPDC, aunque tampoco descartamos que a la dirección norcoreana le sea suficiente con la suscripción de acuerdos bilaterales con Estados Unidos o con la República de Corea, afirmó Putin.
Estamos en contra de la proliferación del arma nuclear en el orbe, declaró el mandatario ruso, quien aseguró que la mayoría de los pasos para establecer garantías para la RPDC se efectúan en el marco de la ONU.
Putin declaró en un encuentro con la prensa en Vladivostok que en las pláticas también se abordó la historia de los nexos bilaterales, la desnuclearización y el régimen de sanciones impuesto por Naciones Unidas al estado norcoreano.
El jefe de Estado ruso señaló que es posible la puesta en práctica de proyectos regionales de Moscú, Pyongyang y Seúl, como la construcción de una vía ferroviaria, un gasoducto o una nueva línea de alta tensión eléctrica.
Nosotros estamos dispuestos, solo que, al parecer, hay un déficit de soberanía por parte de Corea del Sur, al tomar las decisiones finales, estimó el presidente ruso, quien viajó a Vladivostok para el encuentro con Un, antes de participar en una conferencia de cooperación en China.
En el caso de los ferrocarriles, Putin destacó que ya Pyongyang y Seúl tomaron la decisión de unificar sus líneas ferroviarias. De la parte rusa estamos listos, aunque por ahora fue imposible poner a prueba los primeros vagones, comentó el estadista.
Respecto a la situación con los inmigrantes norcoreanos que viajaron en su momento a Rusia para trabajar, afirmó que ese asunto tendrá una solución sin confrontaciones.
La resolución de la ONU sobre las sanciones contra la RDPC demanda la salida de unos 10 mil trabajadores norcoreanos que aún laboran en este país. En su momento esa cifra sobrepasó los 38 mil.
Durante el encuentro en el campus de la Universidad Federal de Vladivostok, en la isla Rusky, Un le obsequió una espada coreana a Putin y éste le entregó un sable ruso y un juego de vajillas para el té.
Como en Rusia se considera de mala suerte regalar armas, ambos estadistas intercambiaron, simbólicamente, dos monedas.