os documentos políticos cuentan la historia de un país, sin embargo no todos trascienden el tiempo en que dieron a luz. Su impacto, a juicio de los estudiosos, se mide por la impronta y las huellas que dejan para hoy y el futuro al ser portadores de valores conceptuales vigentes, en el inacabado proceso de desarrollo que nos conduce a una sociedad más justa.
Tal es el caso de la II Declaración de La Habana, un texto que a sus 60 años invita al análisis y la reflexión no sólo del pasado, sino del presente en el cual la construcción del Socialismo se renueva en condiciones históricas diferentes y donde la guerra de pensamiento sobre la que alertaba José Martí es mucho más compleja.
El 4 de febrero de 1962 una concentración popular aprobó el documento presentado por Fidel Castro que profundizó en las posiciones del pueblo cubano frente al injerencismo yanqui, artífice de la expulsión de Cuba de la Organización de Estados Americanos, OEA.
Seis décadas después, la respuesta ante las nuevas amenazas y los planes de injerencia es la misma.
Así opinan los pinareños quienes son la voz de miles:
“Ese documento tiene mucha vigencia en la actualidad. Es la decisión de seguir resistiendo y construyendo el Socialismo pese a las dificultades, y las agresiones de Estados Unidos”.
“Es esta soberanía que hoy continuamos defendiendo los agradecidos por nuestras conquistas sociales, porque aunque el bloqueo busca asfixiarnos, como decía nuestro Comandante en aquella ocasión, seguimos apostando por la defensa de nuestro derecho a resistir en todos los campos, por un futuro mejor que debemos mejorar; no nos conformamos pero no es la violencia el camino, si no la unidad, y hoy más que nunca lo reafirmamos”.
“Un enfoque para trabajar y salir adelante a pesar de las carencias que hoy subsisten”.
La II Declaración de La Habana reafirmó la dignidad, autodeterminación y soberanía de este pueblo. El documento cuenta la historia de un país y más de 60 años de resistencia.