Sistema de Atención a la Familia, para que nadie quede desamparado

Bernardo es uno de los beneficiados con el SAF en Manzanillo // Foto Marlene Herrera

El abuelo Bernardo Fonseca Brizuela, a sus 82 años, atraviesa día por día la ciudad del Golfo del Guacanayabo, pedaleando en su bicicleta desde el Nuevo Manzanillo hasta el comedor Las Variedades del Sistema de Atención a la Familia (SAF), al otro extremo de la urbe costera.

Es ese establecimiento de la gastronomía donde sabe que, “bajo ninguna circunstancia dejan de prestarnos el servicio que necesitamos quienes como yo, que vivo solo, no estamos en condición de elaborar nuestros alimentos”, comenta ya reposado de su travesía hasta el local, que se localiza en la Avenida Paquito Rosales, principal vía de acceso a este territorio.

Bernardo es uno de los 652 beneficiados con este programa humanitario de la Revolución en Manzanillo, cuya actividad básica es prestar servicios de alimentación a adultos mayores, personas con discapacidad, casos sociales y otros.

Las 12 unidades de su tipo en el municipio, distribuidas por los diferentes consejos populares, reciben en los horarios de almuerzo y comida a los censados y sirven las ofertas para garantizarles una dieta balanceada; ahora con los cuidados extremos y la ocupación del salón y de las mesas al 50 por ciento para proveerles de seguridad ante la amenaza de la COVID-19.

De ello no quedan dudas, porque como asegura el señor de casi 82 años de edad, “es verdad que están asegurando que sea variado, que haya arroz, plato fuerte, sopa o potaje, viandas, ensaladas y postre; pero tengo un planteamiento que a todos digo, aún los precios considero están altos”, comenta.

A pesar del sabor de las comidas a las que Erenia García Tornés agrega su pasión por la cocina, tanto en él como en la mayoría de los 171 inscritos a Las Variedades se reitera el criterio de que con los incrementos de los precios desde el primero de enero la cuenta subió la parada y no deja mucho para otros gastos, según sus ingresos.

Erenia García Tornés es la cocinera de Las Variedades // Foto Marlene Herrera

Si bien es cierto que a la par de esta subida se incrementó la cuantía de las pensiones y la asistencia social, como parte del ordenamiento, para muchos resulta difícil adaptarse a los cambios y, objetivamente, a destinar poco más de 800 pesos para acceder a estas ofertas, según la definición del costo de cada ingesta en 13 pesos como máximo.

Ante sus inconformidades, se buscan alternativas que representen ahorros para ellos, y aunque se eliminan los subsidios, “se tratan de hacer combinaciones de alimentos y productos que no encarezcan la oferta, así en lo que va de enero a la fecha en ningún momento se ha llegado a la cifra de 26 pesos en un día, la más costosa fue de 24 pesos hace ya más de una quincena, y mayormente sus tarifas oscilan entre los 12 y 20 pesos, con prevalencia de los más baratos”, refiere Carlos Juan Rondón Rondón, administrador del SAF Las Variedades.

Carlos Juan Rondón Rondón, administrador del SAF Las Variedades // Foto Marlene Herrera

Si al inicio de la implementación muchos desestimaron la oportunidad que brinda el programa desde su surgimiento en 1998, la visita de trabajadores sociales y de directivos de la gastronomía a los acogidos al SAF ha permitido su reincorporación, atendiendo a la vez al llamado de la ministra de Trabajo y Seguridad Social, Marta Elena Feitó, en comparecencia televisiva: “nadie puede abandonar ese servicio porque considere que su ingreso no será suficiente. Que todas las personas sigan asistiendo, que será asumido por la asistencia social como sucedía” con anterioridad.

Hoy del total de registrados en este servicio de alimentación en comedores populares en Manzanillo, la asistencia social subsidia totalmente su costo a 76 personas, incluidas en las 12 mil que reciben esta bondad a nivel nacional, de los más de 76 mil 800 cubanos censados en el SAF.

En correspondencia con los nuevos precios, asegura Rondón Rondón “estamos trabajando para mejorar la calidad de las elaboraciones, pues una de las formas con que se pueden erradicar las inconformidades y opiniones por los precios es con la exquisitez de los productos; buscando condimentos frescos porque el suministro de ellos no es el requerido y se hacen ingentes esfuerzos por los trabajadores, quienes traen incluso de sus casas para elevar su gusto”.

“Y en el patio estamos acondicionando canteros, en los que tenemos ya orégano, ajo porro, cebollino, para mejorar los caldos y arroces, y al costado pensamos sembrar calabaza para agregar a los potajes; sabemos que aún podemos hacer más pero el colectivo no se detiene y aspiramos a lograr el propósito”.

Previo a los cambios llevan gran ventaja ante sus homólogos, pues muchos optan por Las Variedades, como Bernardo: “yo pertenecía al Campana, que hace dos años está en construcción; y fíjese si aquí elaboran bien los alimentos que yo vivo a dos cuadras del mercadito del Guamá, en el Nuevo Manzanillo, y prefiero venir aquí, donde la atención es buenísima en término general”.

A este criterio se suman todos, pues a diario agradecen la sazón de Erenia, cocinera que por 20 años se desempeña en esta unidad gastronómica de tercera categoría, y que desde las cuatro de la mañana anda ajetreada, primero en el hogar preparando lo que necesita su hija, y luego en la cocina del establecimiento para que a las 10 de la mañana “todo esté listo”.

“En cualquier circunstancia aquí estoy, aunque llueva, haga frío, esforzándome para que me quede mejor todos los días y tratándoles bien siempre, buscando los ingredientes que le den mejor gusto a la comida para que ellos la disfruten”, dice mientras sirve uno de los recipientes de aquellos que por condiciones especiales la llevan a sus hogares.

“Me llaman, me felicitan y agradecen: ¡quedó buena la sopa o el potaje!, y eso halaga a uno y motiva para que mañana me esfuerce un poquito más; verdad que la exigencia de calidad ahora es mayor y me esmero para que salgan complacidos, y por eso me siento satisfecha pues elaboro con mis manos lo que les alimenta y les permite seguir con energías”.

Atención esmerada para quienes se acogen a esta modalidad de atención // Foto Marlene Herrera

Estos centros gastronómicos, en cuyos menús “se ofrecen las kilocalorías que es necesario suministrarle como suplemento a la canasta familiar normada que estas personas mantienen, por derecho, en la red de comercio a través de las bodegas”, especifica el administrador de la unidad, “siguen cumpliendo la misión humanista por excelencia que les fundamenta en función de la calidad de vida de los más vulnerables”.

Continuar revisando los precios mayoristas de aquellos productos que emplean en sus elaboraciones, así como consolidar y aprovechar la autogestión de los colectivos y el vínculo con otros entes productivos, constituyen tarea prioritaria para reducir los costos de almuerzos y comidas que allí se expenden.

Así, los razonamientos de ancianos como Luis Mario Matos, Tomás Aguilera, Arael Sutil, Luis Guillén, podrán sustentarse más en las ventajas de este noble programa cubano, y seguramente impulsar al octogenario Bernardo Fonseca a seguir la rutina de hace dos décadas, sobre ruedas y pedales, para degustar sus comidas y afianzar la expresión de que “en Cuba nadie queda desamparado”.