Una urbe «viva» en sus esencias

Foto: CMKX Radio Bayamo
Foto: CMKX Radio Bayamo

La misma tierra que a inicios del siglo XVI impresionara tanto al conquistador español Diego Velázquez, tres siglos después le arrancaría del pecho al más sublime de los cubanos, nuestro José Martí, una frase que aún hoy es orgullo para los hijos de esta urbe: «(…) yo llevo de Bayamo, el alma intrépida y natural».

Y es que, mezcla de historia y tradición, de cantos y fuegos patrios, de hondo romanticismo y épicas rebeldías, la villa de San Salvador de Bayamo atesora esencias propias que –a lo largo de estos primeros 510 años de existencia– se han arraigado en la herencia cultural e identitaria de nuestro país.

Por ello, cada noviembre, en la ciudad que también ha sido bautizada como Cuna de la Nacionalidad Cubana suele evocarse –desde el orgullo sano de quienes la habitan– el torrente histórico que nos recuerda que aquí se acrisoló la semilla de la libertad, se cantó por vez primera el himno patrio y también se le prendió fuego a la urbe para avivar otra llama mayor: la de la independencia.  

Amasijo también, de cultura, tradiciones, leyendas y de enigmas aún por descifrar, San Salvador de Bayamo se agiganta en la rebeldía del indio Hatuey quemado en la hoguera, (cuyo suceso dio origen al sitio fundacional donde surgió la villa); en la creencia del mito de la luz de Yara que le sucedió; en las letras de un poema considerado hasta la fecha, la primera obra literaria escrita en Cuba; o en la belleza de una melodía romántica que perdura como gestora de la canción romántica y trovadoresca en la Isla.

Bayamo palpita, además, en sus históricas plazas, en la casona-museo del Padre de la Patria, Carlos Manuel de Céspedes, en la banda de concierto de la ciudad, en el remanso de las aguas de su río, en el coro profesional, en las calles del ir y venir de los coches, en su museo de cera, en el antiguo cuartel del terror convertido en museo, en su paseo General García… en su gente.

De la Ciudad Monumento tampoco se puede hablar sin mencionar a Céspedes, Perucho, Fornaris, Aguilera, Maceo Osorio o Zenea. Sin nombrar a Luz Vázquez, Adriana del Castillo, Pabo Milanés, Rosa la bayamesa, Candelaria Figueredo, Ambrosio Fornet… o Jorge Berlanga, porque de Bayamo son hijos estos y otros tantos hombres y mujeres insignes.

Y no es esta ciudad solamente tierra de rebeldías, porque Bayamo inspira desde el arte. Lo dicen las letras de Sindo Garay o de Adalberto Álvarez, lo reflejan los poemas de Lucía Muñoz o la puesta en escena de Memorias de las cenizas, del grupo de teatro Andante, entre otras manifestaciones artísticas.

Pero esa villa de antaño y ciudad de hoy, también precisa de una mirada integral -más allá del agasajo este 5 de noviembre por sus 510 años- que ponga esfuerzos para mejorar los barrios de la periferia de la urbe y otros que no están en el centro histórico; retomar en los espacios públicos la limpieza que tanto impresionaba a los visitantes y enorgullecía a los bayameses; reanimar la vida cultural de la urbe sin renunciar a lo autóctono; y promover más Proyectos de Desarrollo Local que apuesten por ofertar servicios en función del bienestar de su ciudadanía.

Porque sin duda, a la villa de San Salvador de Bayamo tendremos que venerarla siempre desde el respeto y la admiración profunda de saberla no solo nuestra sino, además, una ciudad-símbolo de la Patria.

Un comentario en “Una urbe «viva» en sus esencias

Los comentarios están cerrados.