Asaltantes al Capitolio en Washington pretendían capturar y asesinar a funcionarios, según fiscales de EEUU

Partidarios de Donald Trump se enfrentan a la policía en la entrada oeste del Capitolio el 6 de enero de 2021. Foto: Reuters.

Seguidores de Donald Trump que asaltaron y ocuparon el Capitolio de Washington el pasado 6 de enero mientras transcurría la sesión de certificación de los votos del Colegio Electoral, tenían la intención de “capturar y asesinar a funcionarios electos”, según un documento presentado por fiscales federales de Estados Unidos.

Los fiscales ofrecieron esa opinión en una presentación solicitando a un juez detener a Jacob Chansley, el hombre de Arizona y teórico de la conspiración de QAnon, quien fue fotografiado con cuernos mientras se encontraba en el escritorio del vicepresidente Mike Pence en la cámara del Senado.

El memorando de detención, escrito por abogados del Departamento de Justicia en Arizona, detalla más sobre la investigación del FBI sobre Chansley y revela que dejó una nota para Pence advirtiendo que “es solo cuestión de tiempo, la justicia está llegando”.

“Pruebas sólidas, incluidas las propias palabras y acciones de Chansley en el Capitolio, respaldan que la intención de los alborotadores del Capitolio era capturar y asesinar a funcionarios electos en el Gobierno de los Estados Unidos”, escribieron los fiscales.

Chansley debe comparecer ante un tribunal federal este viernes. La evaluación se produce cuando fiscales y agentes federales han comenzado a presentar cargos más graves relacionados con la violencia en el Capitolio, incluidos datos reveladores el jueves contra un hombre, el bombero retirado Robert Sanford, acusado de arrojar un extintor de incendios a la cabeza de un policía, y otro, Peter Stager, de golpear a un oficial diferente con un poste con una bandera estadounidense.

En el caso de Chansley, los fiscales dijeron que los cargos “involucran participación activa en una insurrección que intenta derrocar violentamente al Gobierno de Estados Unidos” y advirtieron que “la insurrección aún está en curso”, mientras las fuerzas del orden se preparan para más manifestaciones en Washington y las capitales estatales en la medida que se acerca el día de la ceremonia inaugural de Joe Biden.

También sugirieron que sufre de abuso de drogas y una enfermedad mental, y le advirtieron al juez que representa un grave riesgo de fuga.

“Chansley ha hablado abiertamente sobre su creencia de que es un extraterrestre, un ser superior, y que está aquí en la Tierra para ascender a otra realidad”, escribieron.

El Departamento de Justicia ha presentado más de 80 casos penales en relación con los violentos disturbios en el Capitolio de Estados Unidos la semana pasada, en los que los partidarios de Trump irrumpieron en el edificio, saquearon oficinas y, en algunos casos, atacaron a la policía.

Muchas de las personas acusadas hasta ahora fueron rastreadas fácilmente por el FBI, que tiene más de 200 sospechosos, gracias en gran parte a los videos y fotos publicados en las redes sociales.

Michael Sherwin, el fiscal federal interino del Distrito de Columbia, ha dicho que si bien muchos de los cargos iniciales pueden parecer menores, espera que se presenten cargos mucho más graves en la medida en que el Departamento de Justicia continúa su investigación.

Alta presencia militar y policial en Washington y otras ciudades por temor a disturbios pro-Trump

Con 21 000 soldados de la Guardia Nacional desplegados en breve y barrios enteros atrincherados, Washington está bajo una fuerte vigilancia ante las amenazas de nuevas manifestaciones de seguidores de Donald Trump antes de la ceremonia de investidura del presidente electo, Joe Biden, el 20 de enero.

“Estamos preocupados por los riesgos de violencia durante las numerosas manifestaciones previstas en los próximos días en Washington y frente a los edificios gubernamentales en los estados”, que podrían atraer a individuos armados, explicó el jueves el director del FBI, Christopher Wray.

Durante una reunión con el vicepresidente saliente, Mike Pence, Wray mencionó “una cantidad importante de discusiones inquietantes en internet”.

“Actualmente, vigilamos las llamadas a manifestaciones armadas y acciones de aquí a la investidura”, de las que hay que evaluar cuáles son amenazas serias, afirmó.

La policía y el ejército están siendo muy criticados por su falta de preparación durante la manifestación de los seguidores del presidente saliente, el pasado 6 de enero. Varios centenares acabaron invadiendo el Capitolio. Al menos cinco personas, incluyendo un policía, murieron en los disturbios.

La invasión derivó en la aprobación de un nuevo juicio político a Trump el miércoles en el Congreso por “incitación a la insurrección”. Los diez legisladores republicanos que votaron a favor junto a los demócratas disponen desde entonces de una protección reforzada.

“Los colegas se desplazan ahora con escoltas armados”, contó el jueves uno de ellos, Peter Meijer, en MSNBC. “Pensamos que hay gente que podría intentar matarnos”, añadió.

Según un reciente informe interno del FBI, citado por medios estadounidenses, un “grupo armado identificado” se prepara para “asaltar” edificios gubernamentales en los 50 estados de Estados Unidos y en la capital en los próximos días y hasta la investidura del presidente demócrata.

El FBI menciona especialmente al movimiento de extrema derecha Boogaloo, que aboga por la guerra civil para derrocar al Gobierno, y cita amenazas creíbles en los estados de Michigan y Minnesota.

Varios estados tomaron medidas de precaución movilizando a efectivos adicionales de las fuerzas del orden para proteger las sedes de Gobierno.

En la capital federal, Washington, se movilizarán 21 000 guardias nacionales para la investidura, lo que significa más militares que en Irak y Afganistán juntos, informó el jueves el general Daniel Hokanson, jefe de la oficina de la Guardia Nacional en el Pentágono.

La misión de los reservistas está limitada, sin embargo, a un apoyo logístico a la policía y solo estarán autorizados “en último recurso” a realizar detenciones, según el Departamento de Defensa. No obstante, esos soldados están armados.

Tanto en Washington como en los estados vecinos de Maryland y Virginia, las autoridades hacen todo lo posible para disuadir a la población de que asista a la investidura, que tendrá lugar en las escaleras del Congreso.

Las calles del centro de la ciudad estaban el jueves vigiladas por la policía y protegidas por verjas, en ocasiones rematadas con alambre de púas (como alrededor del Capitolio), y con bloques de hormigón.

El tráfico de autos y los transportes se verán afectados también por el dispositivo de seguridad.

Las autoridades están considerando igualmente cerrar al público el extenso césped del National Mall, donde miles de visitantes suelen aglomerarse para presenciar en vivo la investidura.

La oferta de alojamiento estará limitada debido al probable cierre de ciertos hoteles, estimó el miércoles la alcaldesa demócrata de Washington, Muriel Bowser, que ya había pedido a los estadounidenses no viajar a la capital para la investidura.

La plataforma de alquiler de viviendas de particulares Airbnb anunció el miércoles la anulación y el bloqueo de las reservas en la capital durante la semana de la investidura.

En tanto, la compañía aérea Delta advirtió el jueves que los pasajeros que vuelen con destino a la capital no podrán transportar un arma en su equipaje a partir del sábado.

Exmilitares y policías estuvieron entre quienes asaltaron el Congreso

Cuando partidarios de Donald Trump se congregaban frente al Capitolio la semana pasada y cantaban el himno nacional, se formó una columna de individuos con cascos verde oliva y equipo protector que subió decididamente la escalera de mármol en una sola hilera. Cada hombre asido al cuello de la chaqueta del que iba adelante suyo.

Es una formación típica de los militares cuando se aprestan a tomar por asalto un edificio, que cualquiera que sirvió en Irak o Afganistán reconoce de inmediato. Fue un indicio estremecedor de que muchos integrantes de la vanguardia de esa turba que ocupó la casa de la democracia habían recibido entrenamiento militar, publicó este viernes la agencia Associated Press.

La AP revisó documentos públicos, publicaciones en las redes sociales y videos que indican que al menos 21 miembros de las fuerzas armadas o la policía, activos o retirados, participaron o estuvieron muy cerca de la toma del Capitolio. Y hay decenas más que están siendo investigados y que por ahora no han sido identificados. Quienes ingresaron al edificio parecían emplear tácticas, equipo protector y tecnología muy parecidos a los que usa la policía que trató de contenerlos.

Expertos en extremismo interno llevan años diciendo que organizaciones de extrema derecha y de supremacistas blancos tratan de radicalizar y reclutar a personas con preparación militar. Y afirman que la insurrección del 6 de enero, en la que murieron cinco personas, revela que esos esfuerzos parecen estar rindiendo dividendos.

“ISIS (la organización Estado Islámico) y al-Qaida bien querrían tener gente con el entrenamiento y experiencia de un militar estadounidense”, afirmó Michael German, exagente del FBI que hoy es fellow de Brennan Center for Justice de la Universidad de Nueva York. “Esta gente tiene aptitudes que rebasan por mucho lo que puede hacer un grupo terrorista extranjero. Los grupos terroristas extranjeros no tienen miembros con insignias” militares.

La figura más prominente detectada hasta ahora es un teniente coronel de la Fuerza Aérea retirado de Texas, con condecoraciones, que fue detenido después de ser fotografiado con un casco y equipo protector en la sala del Senado, sosteniendo un par de esposas de cuerdas.

Otra veterana de la Fuerza Aérea de San Diego murió al recibir un tiro de la policía cuando trataba de saltar una barricada cerca de la Cámara de Representantes. Un exmiembro de la unidad SEAL de la Armada, un grupo de combate de élite conocido como Navy SEAL, publicó un video en Facebook con su viaje desde Ohio hasta Washington para participar en la protesta, en el que parecía aprobar la toma de “nuestro edificio, nuestra casa”.

Dos policías de una pequeña localidad de Virginia, ambos exmiembros de la infantería, fueron detenidos por el FBI después de publicar selfies dentro del Capitolio.

También está siendo investigada una capitana en actividad especializada en guerra psicológica de Carolina del Norte que organizó el traslado de tres autobuses llenos de gente a Washington para apoyar las denuncias infundadas de Trump de que le robaron las elecciones.

Si bien el Pentágono desistió de estimar cuántos soldados y policías activos están siendo investigados, la cúpula militar está lo suficientemente alarmada como para hacer una advertencia a todos sus miembros de que el derecho a la libre expresión no da el derecho a cometer actos de violencia.

El jefe de la policía del Capitolio tuvo que renunciar ante la ineptitud de las fuerzas de seguridad para contener a los sublevados y varios otros oficiales fueron suspendidos a la espera del resultado de una investigación de su conducta, incluidos uno que posó para un selfie con un insurrecto y otro que fue visto con gorras de MAGA (Make America Great Again / Hagamos que Estados Unidos Vuelva a Ser Grande).

La AP revisó cientos de videos y fotos de la sublevación, que muestran una cantidad de gente mezclada con la muchedumbre que lucía equipo estilo militar, incluidos cascos, equipo protector, mochilas y radios. Decenas llevaban consigo sprays, bates de béisbol, palos de hockey y banderas de Trump atadas a palos que luego usaron para golpear a la policía.

Muchos de los manifestantes lucían insignias alusivas a agrupaciones ultraderechistas como Proud Boys, Three Percenters, Oath Keepers y otras organizaciones.

Los Oath Keepers, que dicen tener en sus filas a miles de militares activos o retirados, se hacen presentes con frecuencia en manifestaciones en todo el país, a menudo fuertemente armados con fusiles semiautomáticos y revólveres tácticos.

Stewart Rhodes, veterano del ejército que fundó los Oath Keeperes en el 2009 en respuesta a la elección del presidente Barack Obama, viene diciendo desde hace semanas que su organización está preparada para una guerra civil y “armada y preparada para actuar si el presidente lo pide”.

Adam Newbold, miembro del Navy SEAL retirado de Lisbon, Ohio, quien sirvió más de dos décadas y recibió numerosas condecoraciones por su valor en el combate, dijo en un video publicado el 5 de enero en Facebook: “Somos patriotas muy preparados, muy capaces y con muchas aptitudes, listos para un combate”.

Posteriormente publicó un video (que fue retirado tras la toma del Capitolio) en el que decía que se sentía “orgulloso” de la ocupación.

Newbold, de 45 años, no respondió a numerosos mensajes de la AP, pero en una entrevista con el portal Task & Purpose negó haber ingresado al Capitolio.

El teniente coronel retirado de la Fuerza Aérea Rendall Brock Jr., de Texas, quedó bajo arresto domiciliario luego de que un fiscal dijese que este expiloto de combate ingresó a la sala del Senado con cuerdas para usar como esposas porque planeaba tomar rehenes.

“Se proponía secuestrar, capturar, tal vez ejecutar a miembros del gobierno”, afirmó el fiscal Jay Weimer. “Su experiencia previa y su entrenamiento lo hace más peligroso todavía”.

Comandantes de Fort Bragg, en Carolina del Norte, investigan la posible participación de la capitana Emily Rainey, una veterana de Afganistán especializada en guerra psicológica que le dijo a la AP que había viajado con otras 100 personas a Washington para oponerse “al fraude electoral”. Aseguró que no violó norma alguna y que nadie de su grupo ingresó al Capitolio ni violó las leyes.

“Fui una ciudadana privada que hizo todo bien, haciendo valer mis derechos”, manifestó Rainey.

Más de 110 personas han sido detenidas hasta ahora, acusadas de distintas infracciones por la toma del Capitolio.

Brian Harrell, quien fue subsecretario de protección de infraestructuras en el Departamento de Seguridad Interior hasta el año pasado, dijo que resulta “obviamente problemático” cuando “extremistas” tienen antecedentes militares o policiales.

“Muchos recibieron entrenamiento especializado, algunos estuvieron en combate y casi todos consumieron desinformación y propaganda de fuentes ilegítimas”, manifestó. “Consumen teorías conspirativas, sienten que les están quitando algo y no les interesa debatir. Son una bomba de tiempo”.

El FBI teme que haya más episodios sangrientos. En un boletín interno emitido el domingo dijo que se planean protestas con armas en las 50 capitales estatales y en Washington en las próximas semanas.

Los departamentos de policía de varias ciudades están investigando si sus efectivos participaron en las protestas.

“No hay excusas para una actividad delictiva”, dijo el jefe de la policía de Houston, Art Acevedo, quien dio licencia y contempla una audiencia disciplinaria de una agente que estuvo en la protesta del Capitolio.

“No tengo palabras para expresar mi malestar ante la sola idea de que un agente piense que puede ir y tomar el Capitolio”, dijo.

(Con información de Reuters, AP y AFP)