Certezas de que vamos con todo

Foto de apoyo: Tomada del perfil en Twitter de la FEU

Una parte de la matriz que los medios que nos adversan nos quieren imponer está en desvirtuar los horizontes de la nueva generación de cubanos, y situarlos en el camino de que en nuestro país los sueños y proyectos de vida no son posibles. Es una burda manipulación que responde al llamado sueño americano, que si lo contraponemos con realidades de otras naciones, se desvanece.

Según un informe de la Comisión Económica para América Latina, la CEPAL, en 2020, solo por el impacto de la pandemia y el cierre definitivo de centros educacionales, 167 millones de estudiantes en Latinoamérica fueron afectados, mientras un tercio de los niños y niñas y adolescentes no estaban cubiertos por ninguna protección social. Estos dígitos se traducen en millones, sin contar que la reducción del empleo se concentró en las edades de jóvenes.

La intención de nuestros enemigos, que forma parte de los programas de subversión contra nuestro país, ha apuntado a contraponer las generaciones nacidas antes o en las primeras décadas tras el triunfo de la Revolución con las más recientes para provocar una ruptura generacional, y por ende, intentar hacer “estallar” un concepto que ha sido arma de victorias durante todos estos años, la continuidad, donde también figura la unidad como garantía de la Revolución.

Cual política del garrote y la zanahoria tratan de mostrar del otro lado un escenario de prosperidad donde los sueños pueden ser posibles y otras oportunidades se abren, mientras en sentido opuesto demonizan a nuestro país, atacan cada acción de gobierno y buscan deconstruir un proyecto social, presentándolo como algo fracasado y en pequeños pedacitos, o fracturándolo para evitar que los jóvenes piensen, comparen y relacionen políticas y programas de protección social y desarrollo.

Lo mismo, al mostrar la zanahoria, esconden el garrote, la causa de todos los males. O sea, la existencia de una política abiertamente hostil, hoy más recrudecida que nunca, de las diferentes administraciones estadounidenses, dirigida a hostigar, cortar insumos, alimentos, medicamentos, vínculos financieros y de todo tipo para crear un caos interno y que esas culpas las cargue el Gobierno.

Lo otro. Intentan presentar a la juventud cubana de forma homogénea, introduciendo una visión manipuladora de inconformidad y contraponiéndola a los intereses de la nación. Y no es cierto.

Certezas de que vamos con todoFoto: Cancillería de Cuba

Esconden por ejemplo que los jóvenes fueron los primeros, antes de ser convocados por cierto, en marchar hacia las zonas rojas o centros de aislamiento durante la pandemia, que muchos han formado parte de los proyectos de nuestras vacunas contra la COVID o que en los barrios, cuando se habla de ejemplo de altruismo y solidaridad en tiempos complejos, una buena parte de esas buenas actitudes tienen a nuestros jóvenes como protagonistas, tocando cada puerta, realizando levantamientos para ayudar a los más vulnerables, contribuyendo a llevarles los alimentos a ancianos solos o a personas enfermas.

Soslayan y a propósito, que en medio de la pandemia, muchos de nuestros jóvenes lograron graduarse con sus títulos de universitarios, y que con un extraordinario esfuerzo y ayudado por el control de la enfermedad en el país, se pudo concluir el curso escolar e iniciar otro.

Son sueños que se construyen desde cero y tienen como punto de partida las oportunidades de estudio o ahora mismo para impulsar emprendimientos en materias donde la propia formación académica gratuita ha sido la base profesional para poder asumir nuevos retos, nuevos senderos.

La maquinaria subversiva apunta hacia nuestros jóvenes, la mayoría de ellos conscientes de que el país no atraviesa por situaciones fáciles, que el bloqueo ahoga, y que debemos pisar el acelerador para entronizarle más velocidad no solo a las transformaciones, sino también a los impactos que de ellas se esperan.

Pero esa juventud mayoritaria, empuja y acompaña, como ha dicho nuestro presidente como las tan importantes personas que son; no hay obra social o económica donde su protagonismo no esté presente, pero además se les escucha, porque critican y sugieren, proponen cambios necesarios, han sido termómetros de cómo marcha la sociedad cubana, los barrios y las comunidades, dirigen y ocupan responsabilidades importantes, imprimen certezas de qué se puede juntos para ir con todo.

Por Demetrio Villaurrutia Zulueta