Luis Lavín y el dulce regalo de las abejas (+Fotos)

La mañana le sorprende en el apiario, ahumador en mano, y el vuelo de cientos de abejas a su alrededor es música para los oídos, adaptados al zumbido, símbolo de la laboriosidad y la vida.

Rodeadas de miles de estos insectos polinizadores transcurren las jornadas del manzanillero Luis Lavín López, uno de los apicultores de la ciudad de Manzanillo, apasionado de este entorno de vuelo en flor y dulce miel.

«Siempre me gustó su mundo, desde niño aprendí a manejarlas porque un tío mío era apicultor, al viejo mío también le gustaba, y así fui aprendiendo, me fascinaba aquella manera en que hacían la miel.

«Pero después de tenerlas toda una vida para el disfrute de la familia, pues fue en 2005 que comencé con el Estado, de las 50 colmenas con las que inicié ya hoy tengo 200 y siempre he cumplido y sobrecumplido mis planes.

A sus 62 años Lavín se afianza como uno de los apicultores de mayor eficiencia de Manzanillo // Foto Cortesía del entrevistado

«Este año debo entregar 10 toneladas, o sea 10 mil kilogramos de miel, 175 kilogramos de cera y 18 kilogramos de propóleo, y ya apenas transcurridos casi cinco meses del año supero las siete toneladas recogidas que con relación al plan significan un 71.93 por ciento».

Las cifras le relacionan a los más altos índices productivos entre los 18 hombres que, como este residente en el poblado de Calicito, extraen los beneficios de las colmenas y las apis melíferas en esta porción de tierra granmense.

«Lo más malo de esta faena son los picazos, pero es un trabajo limpio, decente, y de amplio beneficio económico porque se remunera bien, en mi caso como productor ecológico cada tonelada de primera se paga a 40 mil 377 pesos, y con los cambios económicos pues recibiremos un por ciento en MLC por el concepto de su exportación.

Los cinco apiarios mantienen la higiene indispensable para la inocuidad de sus obtenciones // Foto Cortesía del entrevistado

«Esos insectos representan todo porque son mi trabajo y el sustento de mi familia, y por eso les doy los cuidados y atenciones que merecen, desde la limpieza e higiene, el manejo de las cámaras de crías, la cosecha, según establece el manual de los ecologistas.

«En los cinco apiarios, ubicados en Troya, Calicito, Punta de piedra, La Llanada, y Los Jobos, se cuida de ellas, porque son esenciales para el hombre».

La formación empírica de Lavín, aunque con capacitaciones desde la Apicultura, se ha fundamentado por la labor constante con estos antófilos de los cuales se conocen más de 20 mil especies y cuya existencia es fundamental para la conservación de la biodiversidad, pues el 90 por ciento de las flores les necesitan para reproducirse.

El manejo de las colmenas determina la productividad// Foto Cortesía del entrevistado
Preservar la vitalidad de 200 colmenas exige dedicación y muchos picazos, dice este residente del poblado de Calicito // Foto Cortesía del entrevistado

En particular «se les asegura el cambio de reinas, que puede poner hasta 1 500 huevos por día, y con estas renovadas hay un incremento de la población de la colmena, de la productividad».

«Además, las buenas prácticas les libran de las plagas y enfermedades que les ocasionan la muerte; y por eso se mantiene el cuidado de la no utilización de bioplaguicidas para mantenerlas libres de agentes contaminantes».

«Ellas son muy generosas si se les cuida, y es un privilegio que me gusten y no me haga daño su aguijón, que duele claro, pero de ahí no pasa; y estoy satisfecho con lo que he alcanzado y seguiré con ellas mientras tenga energías».

Como el vuelo de las obreras, constante, Luis Lavín se afana en una de las más dulces labores del campo cubano, por medio del cual el néctar de las flores convertido por las abejas en miel exalta el regalo de la naturaleza al hombre.

Las abejas obreras recorren kilómetros y cerca de 10 horas diarias para conseguir una cantidad de miel que no supera un dedal // Foto Cortesía del entrevistado