Luz de vida en los pasos de Sergio

Sergio dejó de ser un niño, ya no anda del brazo de su madre Lourdes, pero caminan juntos por la senda de luz de la medicina cubana, él en sus primeros pasos de formación y ella con 20 años de un ejercicio profesional que conjuga con la sensibilidad de su ser.

Cada mañana sus pasiones visten del blanco color, él como estudiante del primer año de las Ciencias Médicas que realiza las pesquisas y ella como directora del Centro de atención a pacientes positivos a COVID-19 ubicado en la Escuela Militar Camilo Cienfuegos de Manzanillo.

Sus corazones laten a la par, desde que comenzó a crecer en su vientre, cada día con más fuerza, aunados hoy en una batalla campal para desterrar las sombras de un virus mortal.

Sergio Vázquez y su madre Lourdes Mustelier en el primer día del futuro médico con su uniforme // Foto Cortesía de los entrevistados

«Comencé el curso en febrero, pero sólo hicimos una semana introductoria y otras dos de docencia, y luego al empeorar la situación epidemiológica en Manzanillo pues nos dieron la tarea diaria de las pesquisas», comenta Sergio Vázquez Mustelier.

«Y lo hacemos con responsabilidad, conscientes de que es la forma más rápida de detectar casos con síntomas y cortar alguna cadena, de aportar a nuestro sistema sanitario para que en el menor tiempo posible estemos libres de la enfermedad.

«Todos los días, tanto en la mañana como en la tarde para recuperar las cerradas, llego a 59 casas de tres manzanas pertenecientes al consultorio 15 del policlínico dos Ángel Ortiz Vázquez, y ya me reciben como si fuera de casa, con sus ¡Buenos días mi niño!, porque saben que lo hacemos por su bien.

«Además, lo vital de prevenir las transmisiones de la COVID-19 se une con la posibilidad de intercambio con la población, que una vez nos graduemos será lo que más hagamos, interactuar con los pacientes y es bueno adquirir todo conocimiento.

«Con la seriedad que me caracteriza pues cumplo esta tarea, porque no puede haber fallos, tiene que ser serio y bien hecho porque no se puede quedar nada, que podría afectar a muchos. Yo tuve en mi área a una enfermera con síntomas y resultó positiva, y me hace sentir orgulloso su localización porque demuestra la importancia de lo que hacemos, con lo cual logramos detener la transmisión del virus».

Seguir los pasos de su madre es un orgullo para este joven manzanillero// Foto Denia Fleitas Rosales

Un gozo similar se anida en el pecho materno de Lourdes Mustelier Gregorich, quien asume «una tarea compleja que implica mucho compromiso, y más en las condiciones actuales en las que para nadie es un secreto que tenemos limitaciones de recursos; y sacrificios nuestros y de las familias, que gracias a ellos, esposo e hijos, en mi caso, me permiten cumplir con la misión.

«Y que Sergio siga mis pasos y hoy protagonice también esta batalla es ante todo para mí un orgullo, porque significa que la tarea como madre ha dado resultados, que hemos logrado inculcar principios en él, hoy compartiendo su tiempo con la pesquisa y también con los estudios, con el apoyo a su hermana de 12 años, cumpliendo roles en la compañía, la guía, el cuidado del hogar.

«Es realmente hermoso, gratifica la satisfacción de los pacientes cuando salen recuperados de la COVID-19, cuando se orienta y guía a un grupo de excelentes profesionales y estudiantes de la Universidad que trabajan con nosotros en la recuperación de los pacientes; la satisfacción de saber que cuando salen a su descanso son negativos a la enfermedad; ello compensa el sacrificio.

«Eso supone mayor compromiso para mí, además, el ver a mi hijo siguiendo mi ejemplo; algo maravilloso.

A sus 19 años Sergio cumple con la pesquisa y cuida del hogar para apoyar a sus padres// Foto Denia Fleitas Rosales

«Siempre desde pequeño ha sido un niño muy respetuoso, callado, serio, y eso le imprime a su pesquisa, que la cumple con rigor porque es su decisión de hacerlo bien, y de allí va a casa, cuida de su hermana, en la tarde recupera las cerradas, y es mi apoyo.

«Reflexionamos juntos que las personas no son capaces de valorar el sacrificio de quienes, trabajadores del sector de la Salud o no como los jóvenes voluntarios, vienen a las áreas rojas a atender a los positivos para sanarles y sacar la sonrisa apagada por el virus».

Juntos, desde sus frentes, Sergio y Lourdes van alumbrados por la misma estrella, esa que llena de devoción por la vida nació allí en el seno materno, en el hogar fundado por el amor, y que al escoger la profesión de médicos irradia su luz de salvación al mundo.