Para soñar con los ojos abiertos

Foto Denia Fleitas

Lo tomó en sus manos y de súbito brotaron historias de sus labios, como si las páginas que hojeaba le invadieran con sueños; esos que a su edad vuelan en las palabras, sobre unicornios, carruajes de calabaza y ratones, sobre las crestas de las olas y barcos de papel, o quizás en el arcoiris.

Sin sospecharlo aquel libro colmado de rimas y colores que llegó a sus dedos inquietos, abrió las puertas al mundo de una fantasía que crece entre las líneas y la voz de mamá, que lo lee una y otra vez para que ella duerma, para que en su reposo pececitos de colas inquietas, tortugas, caracoles que bailan, salpiquen su sueño con brisa de mar, y lunas llenas, sinsontes, zunzunes, jutías, conciertos del monte, rayitos de sol, le lleven de la mano hasta despertar.

Es que en la lectura el horizonte se abre sin límites a todos, pero especialmente a los más pequeños del hogar, entre sus más inimaginados caminos se agudiza la creatividad de quienes van descubriendo el mundo; y nada mejor para adentrarse en sus laberintos que la magia y sabiduría de los libros, que la riqueza de sus letras.

Cada 7 de marzo se festeja en el orbe el Día de la Lectura, como una idea para incentivar que esta se convierta más que en un hábito, en una necesidad del individuo, a sabiendas de que, como ejercicio cotidiano, favorece el desarrollo de habilidades cognitivas, capacidades y «reservas», como se denomina al cúmulo de conocimientos que permiten al cerebro resistirse ante el envejecimiento.

La imaginación se nutre y permite al lector asiduo hacer derroche de sus emociones, liberar sus energías y hasta volcar sus pasiones también en las hojas, dibujar con infinidad de matices todo y a todos los que les rodean, desde la intuición, desde la posibilidad de, como muchos dirían, ponerse en la piel de los demás como lo hace mientras lee, o porque sencillamente uno de esos personajes reales o ficticios tuvo una experiencia similar.

Tomado de Internet

Es consabido que aquellos que caen en las enriquecedoras redes de la literatura, lejos de sentir opresión, es como si desataran las alas escondidas en la ignorancia para elevarse a un infinito que les hace ser libres.

Hoy cuando la pandemia obliga a nuestros niños a permanecer en el calor del hogar, a estar alejados de las aulas por un bien mayor, la vida; escoger un libro es la mejor opción para ocupar su tiempo, una de las distracciones más maravillosas y sanas que agradecerán si aprenden a disfrutar la adrenalina de cada género, la fortuna que lega cada obra.

Crecer como lo han hecho tantos, desempolvar los textos que leímos ayer y que nos leyeron otros, brindar la experiencia exquisita de tal aventura a nuestros niños les permitirá descubrir en algún libro, como escribió Cervantes, la frase que le dará sentido a la existencia, les dará el regalo hermoso de «soñar con los ojos abiertos».