Las voces y el toque insistente en el metal de sus carretones ponen en aviso a la vecindad. Llega la brigada de Comunales que junto a los dueños de estos medios de tracción animal se han vuelto imprescindibles por estos días de contingencia energética, para contribuir a la higienización de los barrios de la ciudad costera.
Unos pocos utensilios y sus manos, y en especial la disposición, les bastan para sumarse a ese llamado de sensibilidad y de soluciones incentivadas por la máxima dirección del país, como respuesta al déficit en materia de combustibles, y a la imperiosa necesidad local de recoger los desechos sólidos que se generan a diario en los hogares.
“Hoy es mi primer día y desde las seis y media de la mañana hasta las nueve he dado cinco viajes cargado de basura, porque estamos trabajando en comitiva para terminar más temprano por la amenaza de lluvia”, dice el joven de unos 20 años Jorge Oscar Sabaté.
Él, al igual que los 10 carretoneros que trabajan en la zona comunal cinco de los Reparto Gutiérrez y Taíno, integra el grupo de 39 manzanilleros incorporados recientemente con sus medios de tracción animal a la Empresa Presupuestada de Servicios Comunales para sanear la ciudad.
En nueve de los 16 consejos populares del municipio de Manzanillo, les sorprenden los rayos del sol en el honorable empeño de eliminar los rastros de suciedad de las calles, de poner fin a los microvertederos, extendidos por el territorio debido a actitudes irresponsables de quienes les alimentan sin medir riesgos para la salud.
Estos jóvenes, en su mayoría, no obstante a ganar con ello el sustento de la familia, trabajan conscientes de “la necesidad del transporte animal para botar la basura”, como sustenta Luis Enrique Olivera Núñez, de 33 años, residente en la comunidad del Dagamal.
“Hemos contribuido a la higienización de estas áreas, hoy por ejemplo en el Taíno, en la calle Tivolí, donde había bultos bastantes voluminosos. Trabajamos mientras el animal tenga fuerzas; generalmente nos castigamos un poco porque hay basura por recoger, pero también tenemos que pensar en que los caballos son animales y tienen que descansar”.
Su alistamiento a las fuerzas comunales de las 15 brigadas de recogida de desechos sólidos de este territorio costero, surgió como parte de la alternativa del sector para mitigar los efectos de la situación de los carburantes que enfrenta el país desde mediados de septiembre, por las restricciones del gobierno de EE.UU. a las navieras que trasladaban el crudo a la mayor de las Antillas.
Así los escasos 100 litros de petróleo que dispone a diario Comunales son utilizados para los servicios fúnebres, la limpieza del centro de la urbe y el traslado de las cajas de recogida de desecho dispuestas en varios puntos de la geografía manzanillera.
“Lo que queremos es que la ciudad se vea embellecida y que todo funcione armoniosamente, y vamos por más”, expresa Luis Enrique Olivera antes de tomar las bridas de su corcel para avanzar un poco en la prolongación de la calle Masó, donde más residuos esperan por la recogida.
Junto a los otros siete trabajadores de limpieza ellos conforman un equipo, que a decir de Pedro Enrique Mojena Manso, al frente de las faenas en estas jornadas, “andamos de sol a sol para cumplir con nuestro deber laboral y social”.
Es que sobreponerse a las adversidades surge como reacción inmediata de la gente humilde que habita en Cuba, especialmente cuando es la amenaza imperialista la que pretende poner en tela de juicio la voluntad de los cubanos de mantener sus principios.
Así arrean los carretoneros a sus bestias, y a galope, con el gasto único de las energías físicas del binomio que conforman, recuperadas con las horas nocturnas de descanso, dan su aporte a una de las más elementales tareas por la salud del pueblo.
Y aunque se desconoce el nombre de la mayoría de esos hombres que dieron el paso al frente, lo seguro es que los 71 carretoneros contratados por Comunales forman parte de la historia de crecimiento de la nación cubana para superar la arremetida norteña.
Con su tenacidad refuerzan la unión y espíritu del pueblo manzanillero y cubano de seguir adelante en la construcción de la Revolución socialista.