Con disciplina, cuidemos la integridad de todos

Manzanillo en tiempos de coronavirus // Foto Marlene Herrera

«En la confianza está el peligro»… dice preocupada la vecina al grupo que sin piedad por su propia vida conversan reunidos en la acera. Hablan, ríen y hasta se atreven a hacer análisis de la situación generada por el nuevo coronavirus, al parecer inconscientes de que se juegan la vida; desafiantes a una de las enfermedades pandémica más desconcertantes de la historia humana, por sus altos índices de contagio, propagación y letalidad, ascendente esta última a los 282 mil enfermos en todo el orbe.

Peor aún, arriesgan el bienestar de sus familias, amigos, vecinos, en el desmedido acto de irresponsabilidad al subvalorar el llamado constante de las autoridades sanitarias cubanas ante una posible escalada de la COVID-19 y de la crisis que genera a nivel mundial.

Con los nasobucos colgados del cuello se atreven a hablar de curvas, estadísticas, pronósticos, términos que escuchan a diario y los reproducen, a toda vista, sin un razonamiento profundo de su significado, que se transfigura en otros vocablos más sensibles y lacerantes como desolación, muerte.

La plática genera la misma incertidumbre que las largas colas y aglomeraciones vistas en los diferentes puntos de las ciudades cubanas, que dejan atónitos a quienes publican y viralizan en redes sociales las imágenes del proceder imprudente como llamado de atención.

Son transgresiones que contrastan, por sus consecuencias, con la abnegación de los miles de profesionales que se exponen al virus para salvar a los diagnosticados con la enfermedad en Cuba, superior a los 1 800 casos, de los cuales 1277 ya se encuentran en sus hogares (estadísticas del 12 de Mayo).

Los esfuerzos, recursos humanos y materiales que el país no escatima para el enfrentamiento al SARS-COV-2; el sacrificio de hombres y mujeres incluso vulnerables como el doctor Francisco Durán García, de los científicos que permanecen en busca de alternativas para frenar la epidemia; las lecciones de humanismo dentro y fuera de esta Isla caribeña, deben constituir impulso para el actuar consecuente con la existencia propia y la ajena.

Aunque Cuba supera los 60 días de lucha contra la enfermedad en un escenario favorable, el menos grave de los cálculos y modelos matemáticos; y pese a que Granma es la provincia con menor incidencia, no hay espacio ni tiempo para dilaciones, cavilar y actuar con inmediatez es de vida o muerte.

Los acontecimientos y las curvas de contagios experimentados en países como Azerbaiyán, Irak y Bosnia Herzegovina, similares a los de nuestro país y presentados por el Ministerio de Salud Pública, imponen mantener el estricto cumplimiento del aislamiento y distanciamiento social, la prevalencia de las medidas higiénicas, para evitar un incremento de casos positivos y la expansión del mal que ha puesto de luto a 78 hogares cubanos.

Involucrarnos todos es cuestión de supervivencia, percibir el riesgo que corremos y los que nos rodean es clave para salir airosos ante el duelo con un adversario nuevo e invisible.

Tomar cartas en este asunto debe ser prioridad para familiares, amigos, vecinos, incluso desconocidos, cubanos todos. Sigamos resguardando tras mascarillas nuestros rostros, permanezcamos en casa, lavemos frecuentemente las manos, cuidemos a niños y abuelos.

A estas alturas de la pelea a brazo partido contra el enemigo microscópico, mortal, preservemos la integridad de un pueblo que nunca se rinde.