Dono sangre porque ese gesto salvó mi vida

Franklin Moreno Garrido recibió donaciones de sangre para salvar su vida luego de un fatídico accidente ferroviario. Hoy agradece este gesto donando la suya //Foto Eliexer Pelaez Pacheco

Manzanillo. Junio 14.- El manzanillero Franklin Moreno Garrido bien sabe cómo el solidario y hermoso gesto de donar sangre salva la vida de aquella persona necesitada de este vital líquido en cualquier instante, por eso, en agradecimiento al haber recibido transfusiones que le devolvieron el aliento, es hoy uno de los donantes voluntarios activos del territorio.


Cada vez que pone el brazo para que sea extraído de su cuerpo ese redentor fluido, siente un agradecimiento y a la vez un compromiso de hacer esta altruista acción, ya que vivió en carne propia lo que significa recibir alguna de las donaciones de hombres y mujeres tan valerosos como él.


Franklin tiene una triste historia que contar, pero a la vez conmovedora porque demuestra cómo la solidaridad está presente en la esencia del cubano. Hace 24 años que es sobreviviente de uno de los accidentes ferroviarios más trágicos en Cuba ocurrido en la provincia de Ciego de Ávila, cuando el tren militar donde viajaba a La Habana junto a otros jóvenes llamados a cumplir con el Servicio Militar Activo (SMA), se impactara con otro cañero y de carga.

En sus manos las amarillentas páginas del periódico avileño Invasor donde se narró lo sucedido aquel febrero de 1997 //Foto Eliexer Pelaez Pacheco
En sus manos las amarillentas páginas del periódico avileño Invasor donde se narró lo sucedido aquel febrero de 1997 //Foto Eliexer Pelaez Pacheco


Sentado en la sala de su casa y con una hoja de papel, amarilla ya por el paso de los años, del periódico avileño Invasor con fecha 15 de febrero de 1997, recuerda aquellos instantes.


Transcurría la tarde del 10 de febrero de 1997 cuando justo a las cuatro pasado meridiano sucedió el fatídico accidente. «Yo iba dormido, habíamos salido de Camagüey retrasados por un problema en esa terminal, y desde entonces me dormí, por lo que no supe más nada de mí. Ya cuando abrí los ojos habían transcurrido 10 días y no sabía realmente ni de mi persona», expresa Franklin.


«Mi despertar fue en el hospital de Morón, y realmente al mes fue que comencé a recobrar la memoria y el sentido de la orientación, y pude identificar a mis seres queridos y a quienes me rodeaban», señaló.


«Recibí mis atenciones en el municipio de Morón porque fui trasladado hacia ese territorio donde existía la posibilidad de contar con los servicios del neurocirujano, pues recibí una importante cirugía en la cabeza por la fractura y las lesiones que presentaba. Ahí fue donde me revivieron, donde necesité además esas importantes transfusiones de sangre que resultaron frutos de esas donaciones que había hecho el pueblo avileño», detalla Moreno Garrido.

En su cabeza lleva la marca de la cirugía, fíjese bien en la cicatriz en la parte izquierda. //Foto Eliexer Pelaez Pacheco
En su cabeza lleva la marca de la cirugía, fíjese bien en la cicatriz en la parte izquierda. //Foto Eliexer Pelaez Pacheco


En aquel trágico suceso fallecieron 16 personas, dos civiles y 14 soldados. «De los graves yo era el que estaba reportado como el más crítico por las múltiples heridas recibidas. Estuve inconsciente 10 días con fractura del cráneo, luxación de la clavícula, rompimiento de los tercer, cuarto y quinto dedos de la mano derecha, se me quebraron la tibia y el peroné. Me realizaron en total siete operaciones, dos en la mano, cuatro en el pie, y una en la cabeza por la cual necesité las transfusiones», recuerda Franklin.


Del instante en que despertó y pudo reconocer lo que sucedía a su alrededor, este manzanillero tiene un emotivo recuerdo, él agradece mucho las 270 donaciones voluntarias de sangre realizadas por el pequeño pueblo de Caguasal, que fue el sitio donde ocurrió el accidente. «Gracias a esos avileños que ayudaron y empezaron a dar los primeros auxilios a los afectados, gracias a ellos y sobre todo a los servicios de la salud cubana muchos estamos hoy vivos».

Fragmento del periódico Invasor de Ciego de Ávila de la edición del 15 de febrero de 1997 donde se narró la solidaridad del pueblo de Caguasal en Ciego de Ávila que protagonizó las 270 donaciones voluntarias de sangre para los heridos del accidente ferroviario //Foto Eliexer Pelaez Pacheco
Fragmento del periódico Invasor de Ciego de Ávila de la edición del 15 de febrero de 1997 donde se narró la solidaridad del pueblo de Caguasal en Ciego de Ávila que protagonizó las 270 donaciones voluntarias de sangre para los heridos del accidente ferroviario //Foto Eliexer Pelaez Pacheco


Este suceso motivó a que Franklin sintiera curiosidad por lo que significa donar sangre. Así un día en su centro de trabajo, la fábrica de tabacos Agustín Martín Veloz donde se realizaba una de las periferias, faltaban algunos brazos para completar el plan pactado, y como sugerencia de una de sus colegas se motivó a insertarse a este importante programa.


«Yo decía que no podía donar porque había sido transfundido, entonces una muchacha me propuso probar y así lo hice, fui el último y como vi que sí podía comencé desde entonces y hasta hoy soy donante activo».


«El recordar el accidente y las donaciones que recibí para salvar mi vida fue lo que me inspiró a ser donante, hasta hoy lo soy y seguiré brindando mi sangre hasta que pueda, porque como mismo me salvaron, yo puedo ayudar a otros con mi sangre. De aquellas donaciones me siento gratificado y a la vez comprometido porque una de ellas me devolvió la vida», concluyó Moreno Garrido.


En aquella fecha Franklin tenía 17 años, hoy ya con 42 abriles que festejar, tiene como su satisfacción personal el haber aportado más de 60 donaciones voluntarias desde los inicios del 2000 hasta la fecha. Por eso ha recibido el reconocimiento del pueblo y en especial de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) por tan hermoso gesto.