El bloqueo contra la familia cubana

En caravana de solidaridad contra el Bloqueo, desde ciudades de EE.UU. se exige el respeto a la familia, principal víctima de sus medidas genocidas // Foto @EmbaCubaEEUU

En la retórica imperialista de contribuir a la democracia en la Mayor de las Antillas pesan los más de un billón 98 mil 008 millones de dólares acumulados como perjuicios del bloqueo económico, comercial y financiero de los Estados Unidos a Cuba en más de seis décadas.

De acuerdo al informe que la Isla soberana presentará el próximo 23 de junio en la Asamblea General de Naciones Unidas, la cuantiosa suma incluye los cinco mil 570 millones de dólares de pérdida en solo un año, que por demás se conjugó con el enfrentamiento a una pandemia y las más disímiles adversidades generadas por la situación económica internacional.

Ante tales cifras, y las más de 240 medidas impuestas durante el anterior mandato presidencial de la nación norteña, los cubanos seguimos creciéndonos y manteniéndonos firmes a los principios e ideales que nos definen.

Por estos días los disímiles sectores de la sociedad ofrecen detalles de los efectos nocivos de esta política hostil, que denotan los intereses de asfixiar al pueblo imponiendo trabas y obstáculos que seguimos derribando; a la vez se torna permanente la denuncia ante sus efectos, porque distan de buenas intenciones las prácticas hostiles del gobierno estadounidense.

Las recientes decisiones del Banco Central de Cuba de suspender los depósitos de dólares en efectivo, como explicaron las autoridades bancarias, derivan de dichas limitaciones y sanciones en el ámbito financiero, con el reconocido impacto en todos los órdenes de la vida de los cubanos.

El acoso de la superpotencia norteña despunta en este particular desde el anuncio y entrada en vigor de las medidas coercitivas de la Casa Blanca que atacaron el envío de remesas, a partir de, primeramente el establecimiento de un límite permitido de mil dólares trimestrales a las remesas familiares y la prohibición de las no familiares; seguido de la inclusión de Fincimex y la American International Services (AIS), en la lista de entidades restringidas del Departamento de Estado norteamericano, y que obligó a cerrar más de 400 puntos de pagos de la Western Union en Cuba.

Estas acciones deliberadas que se implementan desde las disposiciones de septiembre de 2019 están dirigidas a entorpecer el flujo de las remesas y a perjudicar a las familias cubanas, más allá de su pretexto de impedir el enriquecimiento del «régimen».

Resulta que las familias han sido sus mayores víctimas, al limitarles las opciones de recibir la ayuda económica de sus seres queridos y que generalmente se disponen para la compra de alimentos, que serían de alto beneficio dada la situación de las economías en este tiempo de COVID-19.

Sobran los argumentos insolentes del imperio cuando es la familia de sus residentes la principal afectada con el reforzamiento del bloqueo, que se fundamenta en el odio plantado y regado por años contra quienes decidieron seguir el legado de justicia, soberanía e independencia defendido por sus ancestros al precio de su propia vida.

El alegato de restringir tales envíos para «evitar que el gobierno cubano controle el flujo de divisas» es infame, y ubica a las familias cubanas como las únicas imposibilitadas de recibir el apoyo económico desde suelo estadounidense, que es, según datos del Banco Mundial en 2020, el principal emisor de remesas en el orbe con el 10 por ciento de los envíos de dinero, a otros países como India, China, México y Filipinas, que fueron los mayores receptores en el 2019.

Ante las impedimentas y restricciones del bloqueo genocida, es válido que Cuba adopte medidas de protección como la que estará vigente desde el próximo 21 de junio, en relación a los depósitos de billetes de dólares estadounidenses, y amerita el respaldo de los cubanos; como las estrategias desestabilizadoras y asfixiantes del vecino del Norte ameritan el rechazo y desaprobación rotundos.

El respeto al derecho y a la libre determinación de los cubanos de defender su soberanía, dignidad y decoro queda pendiente para esos que se dicen garantes de la justicia; como les queda pendiente el aprender la lección de que Cuba y sus hijos transgreden su cerco y consolidan su voluntad y capacidad de soñar y continuar la edificación de su Revolución.