Esencias que definen

Un pequeño desfile cerró la actividad central de Manzanillo por el Primero de Mayo  //Foto Eliexer Pelaez Pacheco
Un pequeño desfile cerró la actividad central de Manzanillo por el Primero de Mayo //Foto Eliexer Pelaez Pacheco

Cuba es del pueblo, y su Revolución edificada a golpe de sacrificios sigue en pie, y los hijos de hoy somos y seremos los continuadores por decisión propia de la estirpe que caracterizó a sus primogénitos y del legado de principios sobre los que se fundó nuestra soberanía, conquistada al filo del machete.

Acorazados con esas máximas vamos con paso seguro por la senda que conduzca al cumplimiento de los preceptos defendidos en el recién efectuado octavo Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), que es, como en la cita, ratificar la defensa inclaudicable de nuestras esencias, como lo hicieron antes aquellos que permanecen en la cumbre de nuestra historia.

Como sentenció el electo Primer Secretario del Comité Central y presidente de la República Miguel Díaz-Canel Bermúdez en el discurso de clausura, ello se concreta en la salvaguarda del Socialismo, «porque es la respuesta a la necesidad de un mundo más justo, equitativo, equilibrado e inclusivo»; y «apunta como ningún otro sistema a concretar el afán martiano de conquistar toda la justicia»

En ello va cifrada «la unidad de pensamiento, que en ningún modo quiere decir la servidumbre de la opinión», a la que hacía referencia el Apóstol; esa alianza del pueblo en torno a un único Partido y la voluntad de transformar modos de actuación, de implementar estrategias, de buscar nuevas y atemperadas vías que faciliten el alcance de esa prosperidad añorada desde la eficiencia y el trabajo colectivo, que nos permita la prevalencia de lo noble y justo ante las artimañas e impedimentas del asedio norteamericano a Cuba.

Apelar a la creatividad y a la capacidad de resistencia puesta a prueba y evidenciada en este tiempo de pandemia, superar el inmovilismo y las rutinas de repetición, cambiar las mentalidades retrógradas y quitar los frenos que limitan el impulso de las ideas y estrategias para el avance económico, como se llamó desde la magna cita, nos permitirá el éxito de las aspiraciones y sueños.

Asumir la producción de alimentos con sentido del servicio colectivo, sustituir las importaciones, enmendar las faltas en la Tarea Ordenamiento y profundizar en sus raíces para que logre los propósitos en la economía y sociedad cubanas, son faenas de primer orden.

Como lo son a la vez preservar nuestro altruismo y solidaridad con los más necesitados del mundo, que nos ha caracterizado siempre.

Los cubanos del presente y futuro, continuadores del ejemplo de Céspedes y Maceo, Martí y Fidel, nos mantenemos fieles a la Patria, que el más universal de los cubanos definió como «comunidad de intereses, unidad de tradiciones, unidad de fines, fusión dulcísima y consoladora de amores y esperanzas».

Desde esa resolución de principios que nos une a los cubanos, integrantes del Partido o no, amantes de esta conquista de justicia social por el bien de todos, ratificamos la vigencia del pensamiento del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en la clausura pública del Primer Congreso del Partido el 22 de diciembre de 1975: «una nueva etapa de la Revolución se inicia con este Congreso. El camino hasta aquí no ha sido fácil, pero lo hemos andado. El camino futuro tampoco será fácil, pero lo andaremos mejor todavía».

Todo está en nosotros mismos, Isla adentro, como expresó Díaz-Canel, «venceremos en la medida en que el horizonte de cuanto hagamos siempre sea la mayor felicidad posible de las cubanas y los cubanos, defendida desde las esencias de nuestro socialismo».