La enfermería, razón de esperanza y vida (+AUDIO)

Ana María Santana Paneque, una de los más de dos mil profesionales de la enfermería que en Manzanillo // Foto Marlene Herrera

La constancia, la sensibilidad, la permanencia junto al enfermo para velar por su vitalidad, cualidades comunes de las madres, caracterizan la profesión de la manzanillera Ana María Santana Paneque, una de los más de dos mil profesionales de la enfermería que en Manzanillo cumplen la noble labor asistencial.

Ella, con 34 años de ejercicio, viste con satisfacción el vestido blanco y la cofia representativa, porque llevan impregnados como en su alma, el sentido de sacrificio y la ética profesional, en complicidad con el cariño hacia los seres humanos y la devoción por el bienestar y la vida.

Por ello, el Hospital Clínico Quirúrgico Docente Celia Sánchez Manduley es el otro espacio que habita, y al que bien pudiera llamar su casa, si se suman las horas allí transcurridas entre responsabilidades y pacientes, entre desvelos y esperanzas.

«Me inicié en el año 1985 en la sala de cirugía, 2g; luego estuve 18 años en la sala de quemados. Más tarde ocupo el puesto de docente asistencial, laboro en cardiología, cumplo misión internacionalista, y me incorporo, hasta desempeñarme en el Departamento de ensayos clínicos».

«Junto a otra enfermera, somos las coordinadoras de las investigaciones clínicas del hospital hace tres años, trabajo dedicado a la planificación de cada ensayo clínico, evaluación, captación y seguimiento de los pacientes tributarios a las investigaciones y aptos para recibir vacunas y nuevas formas de tratamiento».

«Es una labor muy bonita, un trabajo de muchas perspectivas para el país, para el desarrollo de la salud, y fundamentalmente de la enfermería. En este campo se están probando nuevos tratamientos y vacunas contra el cáncer, mejorando la expectativa y calidad de vida de nuestros pacientes en oncología; además de otros ensayos con la aplicación de medicamentos monoclonales que han dado buenos resultados, y otros en proyecto para cardiología, infartos cerebrales, con muchos probables beneficios para la medicina cubana y del mundo».

El paciente, su razón de ser, es quien gana su entrega a la faena diaria, aquel que recibe de sus manos la dosis de comprensión, más trascendente en ocasiones que la indicada por prescripción médica.

«Es la parte más importante de nuestro trabajo, el poder intercambiar con una persona con cáncer, no verlo con lástima, darle lo que necesita, ofertarle las mejores opciones de tratamiento, que conozca existen otras posibilidades, que siempre estamos allí para ayudarle».

«Ha sido alentador para ellos y nosotros también, los hemos acompañado durante el proceso de la enfermedad, y tenemos casos de sobrevivientes de muchos años, que es un logro de nuestro desempeño y de la medicina cubana», expresa Ana María con ese brillo en la mirada que produce el orgullo.

«Para mí como enfermera es alentador el ver que con nuestro trabajo, además de ayudar a personas enfermas a mejorar su calidad de vida, contribuimos con el desarrollo de la ciencia en nuestro país».

Ante este reto asistencial, refiere, «he crecido mucho, he tenido logros gracias al esfuezo y dedicación, al ejemplo que siempre inculcó en mí mi madre, que no es enfermera pero es una persona muy humilde y trabajadora. Ella me crió  sola con mi hermana, y gracias a ella soy quien soy».

«He sido muy tenaz en mi trabajo y siempre tratando de ir mejorando, y en estos últimos años, buscando mediante investigaciones, en todos los campos que sea posible, la superación. Por ejemplo, ya tengo cinco publicaciones en 2018 y estoy trabajando en otras, a la vez, estoy cursando una maestría en Educación Médica, y eso me da fuerzas para continuar y tratar de ser un poquito mejor cada día».

«Porque en la medida que yo logre superarme y adquirir mayores conocimientos, repercute en la atención a los pacientes, porque es el trabajo que desarrollo día a día en la docencia y la asistencia, en pos de la población».

Son sus palabras la reiteración del adeudo que tienen ellas y ellos con la sociedad, el pensamiento consecuente con uno de los pilares básicos de la obra revolucionaria cubana: profesionalidad para cumplir la premisa de salud para todos.

«Es muy bonito nuestro trabajo, nos gusta -dice en referencia a todos los que cultivan el amor desde la enfermería. Siempre vemos en él una esperanza para el paciente, y así mismo le motivamos para que siga adelante, y nosotros le ayudamos a seguir adelante para que continúe luchando por su vida».

A más de tres décadas de desempeño, este es su principal aliento, por el cual ocupa un significativo espacio en este sector manzanillero, que recientemente la reconoció como Enfermera Digna, por su condición integral.

Lo cual es, a la vez, un impulso para continuar vistiendo el uniforme color pureza, porque: «la enfermería es mi vida, con ella he logrado todo lo que soy, con ella y bajo esos principios he educado a mis hijos y esa es mi mayor razón de ser, mi familia, mi gente».

Ana María Santana Paneque, enfermera digna // Foto Marlene Herrera
Ana María Santana Paneque, enfermera digna // Foto Marlene Herrera

En AUDIO: Entrevista a enfermera Ana María Santana Paneque