Latidos a corazón abierto (+Audio, fotos y video)

Angélica ya recuperada de su operación, muestra la cicatriz // Foto Marlene Herrera

Angélica Paula Vázquez Matos lleva una cicatriz en su pecho, que asombra, de solo imaginar los latidos a corazón abierto.

“Yo estaba enferma de una CIA; una enfermedad que es que entre las dos partes del corazón hay un huequito”, narra de forma locuaz la niña de ocho años de edad.

Se paraliza el tiempo. Los lápices, libretas y cuadernos reposan sobre la mesa de estudio, para adentrarnos en la vivencia por la que vuelve a ser noticia. Como lo fue en la fecha de su nacimiento en el centro ginecobstétrico de la ciudad de Manzanillo, el 17 de enero de 2011, al exceder los límites de peso macrosómico (con 5 mil 850 gramos).

Esa, asegura su mamá Neisis Matos Osorio, fue en parte la causa de su afección, una comunicación interauricular (CIA) congénita. “Al ser macrosómica y demorar en llorar, el foramen oval entre las cuatro cavidades del corazón no cerró y quedó con una abertura de nueve milímetros, que se le detectó a partir de los ocho meses de nacida, gracias al seguimiento constante que se le realizaba por la pediatra del área como parte del Pograma de Atención Materno Infantil (PAMI)».

Angélicda Paula nacio el 17 de enero de 2011 y excedió los límites de peso macrosómico (con 5 mil 850 gramos) // Foto Marlene Herrera
Angélica Paula nació el 17 de enero de 2011 y excedió los límites de peso macrosómico (con 5 mil 850 gramos) // Foto Marlene Herrera

Desde entonces Angélica forma parte de los pacientes atendidos por la Red cardiopediátrica en esta urbe, con un criterio de curación dependiente de una intervención quirúrgica que se pospuso, porque su estado de salud se mantuvo en perfecto estado.

Una difícil decisión

La CIA representa un 10 por ciento de todas las cardiopatías congénitas, precedida solo por la interventricular. Específicamente la de tipo ostium secundum, que ella padecía, ocupa el 70 por ciento de todos los defectos interauriculares.

“A pesar de que tenía una comunicación bastante grande evolucionó bien. Estos niños tienen su seguimiento con nosotros en la consulta y por el Cardiocentro pediátrico William Soler de La Habana, y tras su evaluación el año anterior se decidió que por la magnitud de la CIA (20 milímetros) era momento de operar”, explica la Especialista de primer grado en pediatría Inés Teresa Reyes Roig, con casi 20 años dedicada a la atención de los pequeños con afecciones de este tipo en Manzanillo.


Inicialmente, detalla la doctora con Diplomado en Cardiología, se pensaba en realizar un cateterismo intervencionista, para sustituir la cirugía a través de un estudio hemodinámico; pero se procedió a efectuar la operación a corazón abierto.

Angélica operada a corazón abierto en el cardiocentro Willian Soler
Angélica operada a corazón abierto en el cardiocentro Willian Soler
Neisis Matos Osorio, madre de Angélica, agradece por la atención recibida // Foto Marlene Herrera
Neisis Matos Osorio, madre de Angélica, agradece por la atención recibida // Foto Marlene Herrera

«Fue una decisión difícil porque los especialistas te explican todos los riesgos, aunque presumiblemente es de las más sencillas. Pero ante la presentación de catarros a repetición que le imposibilitaban hacer todas sus actividades, de la cardiomegalia y obstrucción de los ventrículos junto a la afectación de la vena pulmonar, y las posibles repercusiones, incluida una expectativa menor de vida, valoramos, y la sometidos a la cirugía que, gracias a Dios, ha sido un éxito hasta este momento», refiere Neisis.


Evoca a los doctores Bermúdez, Naranjo, Lysmara y Dunia, Víctor Arjona, el director del Cardiocentro, a todas las seños, que atendieron con total dedicación a su hija. “Ella evolucionó bien, independientemente que tuvo una pericarditis, y tuvo las características de una recuperación rígida. Recuerdo que fueron a felicitarme las enfermeras por su resistencia, fue un esfuerzo físico y psicológico muy grande para ella”.

Angélica recién operada en el Cardiocentro Willian Soler // Foto cortesía de la familia
Angélica recién operada en el Cardiocentro Willian Soler // Foto cortesía de la familia

Angélica cuenta que antes de la operación, su mamá le dijo tenía que ser fuerte, mientras a ella le corrían las lágrimas. Sin embargo, “yo no lloré”. Y rememora que al despertar, tras las casi seis horas que duró la intervención quirúrgica en el Willian Soler, preguntó “cómo salió todo”.

La profesionalidad de los médicos y su voluntad de recuperación favorecieron el éxito. Ahora, lleva un parche de pericardio sobre el orificio de la CIA y la única limitación es que no podría ser atleta de alto rendimiento.

Quedaron en la memoria los momentos de reposo, la sed por la imposibilidad de tomar agua en grandes cantidades tras el proceder para evitar la invasión de líquido; y los límites para andar, superados en rehabilitación con la licenciada Annia, en el policlínico René Vallejo.

Ahora, Angélica Paula corre y juega sin temor, y muestra con orgullo la cicatriz en su tórax, que le incluye entre los más de 8 mil 500 pacientes rehabilitados en el Cardiocentro William Soler en sus 32 años de creado.

Desafío a las imposiciones

Sus ilusiones crecen, como la de esos miles de niños y niñas a los que se devuelve a la vida plena en la referida institución, como verdadero desafío a las imposiciones de la política hostil norteamericana que intenta poner frenos a la esperanza.

«Los cirujanos me comentaron que ella tenía mucho flujo pulmonar, del tiempo que llevaba esperando que la cirujía se hiciera», comenta la madre.

Ante la referida prórroga, la doctora Reyes Roig comenta que «a la red cardiopediátrica nos afecta mucho el bloqueo, sobre todo en los niños que necesitan aplasia, en el acceso a dispositivos para cerrar las comunicaciones, a los oxigenadores, que se comercializan por EE.UU., y Cuba debe comprarlos sumamente caros por terceros países, y con todas las restricciones conocidas».

Doctora Inés Teresa Reyes Roig // Foto Denia Fleitas
Doctora Inés Teresa Reyes Roig // Foto Denia Fleitas

«Eso nos está costando mucho trabajo porque obliga a tener estos niños en listas de espera, que por supuesto, alarga el tratamiento; y en los casos de cirugía cardiovascular infantil obliga a priorizar los niños con mayor repercusión hemodinámica».

Enfatiza que «independientemente, la red cardiopediátrica, como todo lo referente al PAMI, es priorizada, cual programa de la Revolución. Aunque se alargue un poco, estas afecciones se tratan y se curan. Aún cuando no haya el tratamiento que exige la enfermedad siempre hay alternativa».

La reducción de la mortalidad infantil por cardiopatías congénitas en Cuba a menos de 0,5 por cada mil nacidos vivos, respecto al tres que se tenía en 1986, es la evidencia.

Por ello, Angélica Paula está culminando el segundo grado en la escuela primaria Cuatro de Abril, de la ciudad del Golfo de Guacanayabo. Y su mami, valora de «maravillosa la atención que recibimos tanto por la doctora Inés, a la hora que sea, y en el William Soler; que son personas íntegras, dedicadas a su trabajo con amor y que se convirtieron en mi familia, junto a la verdadera, que fue incondicional».

Angélica ya recuperada de su operación // Foto Marlene Herrera
Angélica ya recuperada de su operación // Foto Marlene Herrera

 

Renovado latir


A nueve meses de la operación quirúrgica, Angélica Paula disfruta el juego al aire libre en su casa del Reparto Camilo Cienfuegos (ICP), de todo cuanto gusta, y sus ojos se muestran sagaces detrás de los espejuelos.

Está feliz con la huella en el pecho, con el anhelo de crecer para “ser doctora, porque me gusta mucho, una profesión muy linda y puedo curar a los enfermos”.

Así dice, de forma elocuente, y vuelve a adentrarse en el estudio, a la vez que abraza a Uni, su peluche, que parece sonreír al escuchar latir el renovado corazón.