Migración a EEUU no es cuestión de números, sino de necesidad

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Ciudad de México (Prensa Latina) El plan migratorio de Joe Biden tiene más miradas que los cien ojos de Argos y no es cuestión de números, sino de necesidad, porque explotó el sistema socioeconómico que lo genera.

Si pudiera existir una “alegría desconsolada”, el plan de Biden lo sería por antonomasia. El presidente de Estados Unidos anunció el otorgamiento de 360 mil visas anuales para Venezuela, Haití, Cuba y Nicaragua y 100 mil adicionales para Guatemala, Honduras y El Salvador.

Para conseguirlas habilitó una aplicación que colapsó a los pocos minutos del 12 de mayo de 2023 junto con la expiración del decreto aplicado por Donald Trump en 2020, sustituido por uno que estuvo en receso tres años.

La vigencia de este último durante años, no impidió nunca el éxodo de indocumentados y es difícil creer que lo pueda hacer ahora. Fue una de las razones de Trump para imponer el título 42 y reproducir las “jaulas de tigre” de los invasores estadounidenses en la guerra de Vietnam que separaron a niños migrantes de sus padres.

Es un asunto de lógica: las razones de la avalancha migratoria en el mundo -no solo en América Latina y el Caribe- siguen presentes y se han agravado.

La migración ilegal crece cada vez más a causa de la ceguera y sordera de los países receptores, es decir, Estados Unidos, Francia, Alemania y otros, que no quieren atacar sus orígenes pues, en su visión cósmica, significaría aceptar el fracaso de su sistema económico y sus relaciones sociales de producción discriminatorias, y admitir la necesidad de un cambio.

Esto explica por qué la migración denominada ilegal no es un asunto de cifras sino un gravísimo problema sistémico, aunque los números ayudan a entenderlo un poco mejor.

Detrás de la decisión de Biden se esconde un intento de despejar tempestades y de ocultamiento mediante el cual el presidente estadounidense aspira a tomar distancia del arreglo real que consistiría en crear otra distribución de la riqueza, sin injerencias, saqueos o sanciones y una diferente visión del comercio mundial.

La Secretaría de Gobernación de México informó que de enero a marzo últimos, ingresaron a esa nación más de 11 millones de migrantes, y de los cuales nueve lo hicieron con ánimo de trasladarse a Estados Unidos, precisa el documento Estadísticas Migratorias. Síntesis 2023, de la Unidad de Política Migratoria, Registro e Identidad de Personas.

El informe detalla que respecto a 2022 hubo un incremento de poco más de de 111 mil 500 individuos.

Ante esos números, las cifras altisonantes de otorgamiento de 460 mil visas son tan flacas e imperceptibles y difícil conseguirlas por una app.

De tal manera que el desánimo se apodera sobre quienes tienen necesidad de emigrar y desaparece la euforia artificiosa proyectada que se transforma en “alegría desconsolada”.

En }los hechos ahora hay más limitaciones para ingresar a Estados Unidos que antes del 11 de mayo cuando expiró el Título 42 y se reimplantó el 8, pese a que este último es más radical con los ilegales.

Bajo el gobierno de Joe Biden, Estados Unidos devolvió dos millones 300 mil migrantes.

Tomando únicamente como referencia esa cifra -y ni siquiera la de la Secretaría de Gobierno de México- 460 mil visas es apenas una gota de agua en un océano de necesidades.

De las medidas adoptadas por Biden se podría rescatar, en todo caso, que hay un interés marcado de tranquilizar las aguas mediante un presunto ordenamiento migratorio que beneficia más a Estados Unidos que a los migrantes.

Biden volvió a decir que está dispuesto a invertir en países de Centroamérica como solicita México, para atacar las causas de la migración, pero hasta ahora eso tampoco ha sucedido.

Los analistas apuntan que con inversiones parciales o puntuales, el éxodo no se detiene. Puede incluso aminorar su velocidad, pero nunca erradicarlo.

No se trata de un asunto exclusivo de las Américas, porque también atosiga a Europa, sin que en ningún caso haya interés de los receptores por dar solución a un problema que no es un asunto de números sino del sistema al que se resisten cambiar.