La Caravana de la Libertad en La Habana

Liderada por El Comandante en Jefe Fidel Castro Llegó a La Habana aquella fría mañana del ocho de enero de 1959 la Caravana de la Libertad luego de realizar un largo recorrido desde la heroica Santiago de Cuba .

La caracterizó la alegría sin comparación, el entusiasmo desbordado de decena de miles de pobladores. Fue la ruta seguida durante más de mil kilómetros por el Ejército Rebelde después del Triunfo de la Revolución  y se extendió hasta el 8 de enero de ese año.

Detrás quedaba la larga noche de la corrupción, la tortura, la muerte, la discriminación, el hambre y la politiquería. La gente estaba en las calles con banderas cubanas y  del 26 de julio en las manos; todos  querían montar en el carro donde venía Fidel a quien le daban vivas.

A lo largo del trayecto el pueblo de Cuba recibió con júbilo a los victoriosos combatientes de la Sierra Maestra. Aquellos barbudos, como se les decía en esa época a los miembros del ejército rebelde, traían consigo  la ansiada libertad junto a la certeza de que todo sería a partir de entonces mejor para el pueblo.

En cada territorio que llegaban fueron acogidos con euforia, todos querían tocarlos, abrazarlos, apreciar de cerca sus barbas, collares de diversas semillas, darles besos, y  tocar sus manos para tener la convicción de que era verdad lo que veían y no un sueño que pudiera desvanecerse.

Un documento consultado sobre el histórico acontecimiento manifiesta que en la madrugada del dos de enero parte la Caravana por el camino viejo de El Cobre y toma la Carretera Central, hasta Palma Soriano. Al paso por Jiguaní la población corre hacia la vía. En Santa Rita hay un cordón humano a ambos lados.

Se detiene en Cautillo y a las 11 de la noche está en el Ayuntamiento de Bayamo. En horas de la tarde del día tres llega al Instituto Politécnico de Holguín, donde le hacen una entrevista de prensa a Fidel.

La comitiva pasó por Las Tunas y penetró en áreas camagüeyanas al amanecer  del cuatro de enero. En la mañana entran los rebeldes a la ciudad agramontina. En el Regimiento número dos Ignacio Agramonte  los recibenn las autoridades de la provincia.

Fidel pronuncia un discurso que en uno de sus párrafos manifiesta: “La libertad no es todo. La libertad es la primera parte, es la libertad para empezar a tener el derecho a luchar.»

Al mediodía del cinco de enero habla al pueblo frente al Parque Leoncio Vidal en Santa Clara. Lo invitan a Cienfuegos y va a hablarles a los cienfuegueros igualmente. Incluso acude a Cayo Loco, donde conversa con oficiales de la Marina de Batista.

En la madrugada del 7 de enero les dirige emocionadas palabras a los cienfuegueros frente al parque José Martí.»Por poco me olvido de Cienfuegos al querer llegar rápidamente a La Habana, pero aquí hay que venir sólo para saludarlos a ustedes e inclinarme reverente en tributo a los héroes del 5 de septiembre.»

El mismo 7 de enero por la mañana, Fidel llega a la cervecería de Manacas. La siguiente parada la hace en la ciudad matancera de Colón, donde conversa con el capitán Julio O. Chaviano Fundora,  dejado por el Che al frente del Regimiento cuatro en espera de la llegada del Comandante en Jefe.

 Continúa por predios matanceros y tarde en la noche está en la capital de esa provincia, en la que el jefe de la Revolución pronuncia un discurso desde el balcón del Palacio Municipal. En la madrugada del día ocho de enero llega la Caravana a Cárdenas, y el Comandante a la casa de José Antonio Echeverría, donde abraza a la madre del mártir, a sus familiares y acude al cementerio, deposita flores y le rinde homenaje.

En el Cotorro, territorio habanero, el jefe del Ejército Rebelde se abraza con su hijo Fidelito, y en la Virgen del Camino se le suma Camilo Cienfuegos.

La caravana pasa frente al Castillo de Atarés, los elevados del ferrocarril y la planta eléctrica de Tallapiedra. Frente a la sede de la Marina de Guerra, atado al muelle, está el Yate Granma. Fidel se baja del tanque y aborda la embarcación, en unión de una comitiva de oficiales rebeldes. La caravana se desvía por la Avenida de Las Misiones y llega al Palacio Presidencial.

 Desde su terraza norte, luego de que Manuel Urrutia, el presidente provisional, presentara al máximo líder, este le habla al pueblo. La Caravana toma por Malecón y sube por la calle 23. En Radiocentro conversa con algunos artistas, y en medio de la alegría popular sigue rumbo a Marianao.

La honestidad y el compromiso con el pueblo marcan las palabras de Fidel en Columbia,y así lo afirma en su discurso: «se ha andado un trecho, quizás un paso de avance considerable”.

 “Aquí estamos en la capital, aquí estamos en Columbia, parecen victoriosas las fuerzas revolucionarias; el gobierno está constituido, reconocido por numerosos países del mundo, al parecer se ha conquistado la paz; y, sin embargo, no debemos estar optimistas”.

“Mientras el pueblo reía hoy, mientras el pueblo se alegraba, nosotros nos preocupábamos; y mientras más extraordinaria era la multitud que acudía a recibirnos, y mientras más extraordinario era el júbilo del pueblo, más grande era nuestra preocupación, porque más grande era también nuestra responsabilidad ante la historia y ante el pueblo de Cuba.»

La Caravana de la libertad entró para siempre en la historia de la nación cubana y con ella el pueblo que emocionado y feliz agradecía  a la naciente revolución.