Una ofrenda floral en nombre del pueblo santiaguero fue depositada hoy en la Casa Museo Frank País García, en esta ciudad, en homenaje a los jóvenes revolucionarios Josué País, Floro Bistel y Salvador Pascual, asesinados por la dictadura batistiana hace 64 años.
Trabajadores de la institución, Monumento Nacional, recordaron a los tres intrépidos combatientes, vilmente masacrados en el lugar conocido como Martí y la Línea, donde tradicionalmente se les rinde tributo con un acto, pero la compleja situación por la COVID-19 impidió su realización con presencia popular, como es habitual.
Meiser Martin Martínez, directora del museo, manifestó a la Agencia Cubana de Noticias que con celo allí se resguarda la habitación ocupada por Josué en el inmueble donde vivió Doña Rosario con sus tres hijos, luego del deceso del esposo.
Muestra, dijo, objetos personales del menor de los hermanos como una maleta escolar, libreta de Matemáticas, su asignatura preferida, prendas de vestir y el poema A mi hermano, escrito por Frank cuando conoció de su caída.
También aparecen fotografías de Salvador y Floro y algunas pertenencias de los dos compañeros de lucha de Josué.
De este último, ultimado con solo 19 años, se dice era intrépido y tenía un carácter fuerte y rebelde.
Gustaba jugar a las bolas y la pelota con los niños del barrio, siempre bajo la mirada atenta de Frank, quien asumió el rol de padre cuando Josué tenía dos años.
Al momento de su asesinato cursaba el primer año de la carrera de Ingeniería Mecánica en la Universidad de Oriente.
El 30 de junio de 1957 los tres jóvenes salieron a cumplir una misión del Movimiento 26 de Julio; ese día el esbirro Rolando Masferrer organizó un mitin provocador en el Parque Céspedes, que Frank propuso boicotear.
En su condición de Jefe Nacional de Acción y Sabotaje preparó los planes para frustrar esa farsa de la dictadura.
Según lo previsto se colocaría una bomba en la alcantarilla debajo de la tribuna, pero al mediodía los bomberos regaron la zona preparada para el acto y al parecer el agua afectó el mecanismo del artefacto explosivo.
Ese imprevisto provocó la ansiedad de los grupos, ya que señal acordada era la detonación que nunca se produjo.
La impaciencia se adueñó de Josué, Floro y Salvador y, ante la interminable espera, decidieron salir a cumplir la tarea asignada.
Cuando el auto entró en el Paseo de Martí, fue perseguido por un patrullero y sus guardias abrieron fuego contra el vehículo.
Un disparo lo alcanzó y provocó su impacto contra un poste del tendido eléctrico en la intersección con la Calzada de Crombet, donde otro patrullero los esperaba para colocarlos entre dos fuegos.
Floro y Salvador murieron instantáneamente, mientras Josué, herido, fue rematado con un tiro en la sien durante su traslado al hospital de urgencias.
