Los marineros ucranianos, a bordo de las lanchas artilladas Berdiansk y Nikopol, así como del remolque Yani Kapu, cruzaron en la madrugada del pasado día 25 la frontera rusa en el mar Negro y fueron detenidos esa misma jornada en horas de la noche.
Para abortar la provocación, el guardacostas Izumrud, del Servicio Federal de Seguridad (FSB), y un helicóptero KA-52 cortaron el paso a las embarcaciones y retuvieron a sus tripulantes, tras llevar a esas naves al puerto ruso de Kerch.
En el incidente, resultaron heridos tres militares ucranianos, quienes recibieron atención médica, mientras entre los arrestados se encontraban dos oficiales del Servicio de Seguridad de Ucrania, quienes supuestamente dirigieron la maniobra de provocación.
De acuerdo con documentos requisados por el FSB a los marinero ucranianos, éstos estaban al tanto de las regulaciones para el paso por el mar Negro y el estrecho de Kerch, mientras su misión consistía en transitar inadvertidos por aguas territoriales rusas.
Las tres pequeñas naves de combate partieron del puerto de Odessa, en el mar Negro, para llegar a la ciudad portuaria de Mariupol, en el mar de Azov, una cuenca marítima con aguas internas compartidas por Rusia y Ucrania.
Medios de prensa locales se hicieron eco de versiones sobre la supuesta suspensión de una sesión de recreo de niños ucranianos en Mariupol para llevarlos a construir trincheras.
Además, las propias autoridades ucranianas confesaron que negaron la entrada de 70 rusos por los aeropuertos de Borispol y Kiev, bajo el pretexto de que fueron incapaces de argumentar el objetivo de su viaje.
De su lado, el viceministro ruso de Asuntos Exteriores Alexander Grushko estimó que el llamado de Occidente a la contención en el incidente en el mar Negro constituye un reconocimiento de que la responsabilidad recae en Kiev.
Pese a su posición antirrusa, cada vez queda más claro que las potencias occidentales reconocen a regañadientes la culpabilidad de Ucrania en la provocación del pasado domingo, estimó. mv/to